
Recuperar el control mientras vives con una discapacidad en Siria
julio 14, 2021 6:53 amEl sistema de salud pública en Siria se ha visto profundamente afectado por 10 años de conflicto. El…
El sistema de salud pública en Siria se ha visto profundamente afectado por 10 años de conflicto. El…
"Las personas con discapacidad pueden tener éxito si los padres, escuelas o la comunidad trabajan juntos para crear un ambiente positivo que les permita superar sus dificultades", esta es la decidida visión de Samer Hussein, la madre de Ali, un niño de 13 años refugiado de Palestina en Siria, que sufre una discapacidad auditiva.
Marwan Hakim Hassan no aparta la vista de la pizarra en la clase de química. Los apuntes aparecen en su cuaderno a gran velocidad, rellenando el espacio en blanco. Acaba de empezar 9º grado con 16 años, un poco más mayor que el resto de sus compañeros. “Tuve que repetir 8º por las dificultades que atravesaba mi familia”, nos explica un año después de la tragedia que vivieron.
Son las 9 de la mañana cuando Aisha Ibrahim comienza a pegar carteles alrededor de la escuela que se ha convertido ahora en un refugio para ella, su familia y miles de refugiados de Palestina desplazados por la guerra. Aisha es voluntaria del Comité de Mujeres del campamento de refugiados de Khan Dunoun y los carteles que pega son para invitar a las mujeres y niñas de la zona a asistir a un seminario sobre matrimonio infantil.
El campamento de Sbeineh, 14 kilómetros al sur de Damasco en Siria, era el hogar de 25.000 refugiados de Palestina. En 2013, el campamento fue escenario de enfrentamientos armados. La lucha causó daños muy graves en los hogares e infraestructuras. A raiz de la intensificación de los combates, la población que vivía en el campamento tuvo que huir y ha permanecido cerrado para civiles desde el 7 de octubre de 2013. El 30 de agosto de 2017 se permitió oficialmente a los civiles volver a entrar. Se estima que hasta el momento han vuelto 2.500 familias de refugiados de Palestina, y se espera que otras 1.000 regresen en los próximos meses.
Estudiante de quinto año en la Facultad de Medicina de Damasco, Shrouq Kassab, de 23 años, es enérgica y trabajadora, siempre con la esperanza de convertirse en cirujana algún día. "Ahora soy voluntaria como doctora en el distrito de Yalda, en Damasco, una vez al mes", explica con entusiasmo, sentada en el suelo de una habitación que comparte con otras cinco familias.
Myasar Othman dobla cuidadosamente las mantas de sus hijos en su habitación en el Centro de Formación de Damasco, al suroeste de la ciudad. Madre de tres hijos, de 40 años de edad, ahora vive en estas instalaciones de UNRWA, que albergan en sus aulas a más de 180 familias de refugiados de Palestina desplazados por la guerra. De pie, detrás del montón de mantas dobladas, Myasar tiene una mirada cansada en su rostro: "nuestras vidas siempre han sido muy difíciles y llenas de una lucha continua".
Son las ocho de la mañana en el refugio colectivo de UNRWA de Khan Dunoun, 23 kilómetros al sur de Damasco y hogar de más de 5.000 familias de refugiados de Palestina desplazados por la brutal guerra de seis años que ha desgarrado Siria. Es invierno y las temperaturas pueden bajar por debajo de cero. Para mantenerse en calor, Ali Hussein juega al fútbol con esos amigos que ha hecho viviendo en el refugio.
Cada mañana, cuando el clima es bueno, el señor Abdallah Mohammad al-Sahli se sienta en uno de los bancos del soleado jardín del refugio colectivo del Centro de Formación de Damasco. A sus 77 años, le gustan las largas caminatas y disfruta de la relativa calma, lejos de un refugio abarrotado.
Alia Shehabi, refugiada palestina de 80 años, fue testigo en primera persona de la Nakba, cuando en 1948 abandonó Palestina para trasladarse con su familia a Damasco en busca de refugio. Con 9 años nunca se imaginaba que, en su vejez, ella, junto con el resto de la comunidad de refugiados de Palestina en Siria, se enfrentaría a otro conflicto devastador: la guerra.
Artículo de opinión del Comisario General de UNRWA, Pierre Krähenbühl. Haytham es un niño de la guerra que vive su familia en el campamento de Khan Eshieh, hogar de cerca de 9.000 refugiados de Palestina y una de áreas en mayores apuros en la capital siria, Damasco. Su historia es cada vez más común entre los estudiantes de UNRWA en Siria: "tuve que escapar y esconderme cuando los misiles cayeron cerca a mi escuela. Fue horripilante. La batalla se intensificó y vivíamos en constante miedo por los bombardeos y la violencia. Yo estudiaba en estado de constante ansiedad por los sonidos de las balas y las bombas".
UNRWA ha emitido correctamente el primer lote de 17 microcréditos a los refugiados de Palestina en Husseiniyeh, Siria. Dentro del complejo y gravísimo conflicto de Siria, el regreso de alrededor de 6.000 familias de refugiados de Palestina a Husseiniyeh, una comunidad al sur de Damasco, fue una noticia positiva en 2015. Husseiniyeh fue anteriormente el hogar de unas 90.000 personas, de las cuales más de 40.000 eran refugiadas de Palestina. Toda la comunidad se vio obligada a huir a principios de 2013, y con el regreso de miles de personas, existe ahora una necesidad urgente de reconstruir viviendas, infraestructuras y medios de vida. Estos microcréditos pues ayudarán a los refugiados de vuelta en la zona a mejorar su nivel de vida: reparar y amueblar sus casas y generar ingresos mediante el establecimiento o desarrollo de negocios.