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QUE LA CONFERENCIA DE BRUSELAS SOBRE SIRIA ESCUCHE Y PRESTE ATENCIÓN A WALID, UN NIÑO DE ALEPO
abril 4, 2017 8:01 am Deja tus comentariosPor el Comisionado General de UNRWA, Pierre Krähenbühl:
Por el Comisionado General de UNRWA, Pierre Krähenbühl:
140 jóvenes estudiantes de la Escuela Caesaria de UNRWA en Tyre, Líbano. Asombrados, sorprendidos, sonriendo, divirtiéndose al ver al mago humanitario, Jamie Jibberish, materializar su amplia gama de trucos de magia. El programa "Magic for Smiles" forma parte de las actividades de apoyo psicosocial del programa de educación de UNRWA para niños refugiados de Palestina.
En Siria llevan seis años en guerra, con los niños como las grandes víctimas del conflicto. Una niña o un niño debería saber que una sábana no sirve para salvar vidas. Un niño debería saber que un trozo de tela no debe marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Debería simplemente jugar. Sin embargo, en Siria, nada es como debería.
Son las ocho de la mañana en el refugio colectivo de UNRWA de Khan Dunoun, 23 kilómetros al sur de Damasco y hogar de más de 5.000 familias de refugiados de Palestina desplazados por la brutal guerra de seis años que ha desgarrado Siria. Es invierno y las temperaturas pueden bajar por debajo de cero. Para mantenerse en calor, Ali Hussein juega al fútbol con esos amigos que ha hecho viviendo en el refugio.
Cada mañana, cuando el clima es bueno, el señor Abdallah Mohammad al-Sahli se sienta en uno de los bancos del soleado jardín del refugio colectivo del Centro de Formación de Damasco. A sus 77 años, le gustan las largas caminatas y disfruta de la relativa calma, lejos de un refugio abarrotado.
Estudiante de quinto año en la Facultad de Medicina de Damasco, Shrouq Kassab, de 23 años, es enérgica y trabajadora, siempre con la esperanza de convertirse en cirujana algún día. "Ahora soy voluntaria como doctora en el distrito de Yalda, en Damasco, una vez al mes", explica con entusiasmo, sentada en el suelo de una habitación que comparte con otras cinco familias.
Myasar Othman dobla cuidadosamente las mantas de sus hijos en su habitación en el Centro de Formación de Damasco, al suroeste de la ciudad. Madre de tres hijos, de 40 años de edad, ahora vive en estas instalaciones de UNRWA, que albergan en sus aulas a más de 180 familias de refugiados de Palestina desplazados por la guerra. De pie, detrás del montón de mantas dobladas, Myasar tiene una mirada cansada en su rostro: "nuestras vidas siempre han sido muy difíciles y llenas de una lucha continua".
Ma'moun Mersal, refugiado de Palestina en Siria, logró huir de una Siria en guerra hace tres años. Viajó a Líbano con sus tres hijos, su mujer y su madre: "dejamos Siria por la guerra, la destrucción, el hambre y el asedio. Fuimos a Líbano para buscar un refugio seguro, pero nos enfrentamos a muchas dificultades aquí", explica Ma'moun.
No tuvimos la oportunidad de hablar con Laila por Skype y ver su rostro. Sin embargo, logramos llamarla en su teléfono móvil y hablar con ella durante media hora.
“Las mujer son las bases de todo: la familia, la sociedad, y todo. El bazo de la mujer no estalla tan rápido como el de un hombre. Dios nos dio este regalo; debemos usarlo para cuidar a la gente que nos rodea y hacer que se sientan seguros y amados".
El videochat se abrió y vimos a una mujer humilde y pequeña con pelo corto rojizo sentada en su oficina. Nos saludó con apertura y calidez. Esta mujer es Khawla, y esta es su historia de 'La Rosa Roja'.
"Mi madre es una persona muy generosa. Es de estatura mediana, ni alta ni baja, y es muy amable conmigo y mis hermanos". Esto es lo que Manal nos dijo mientras se arrodillaba para besar la frente de su madre: “¿ves esas pecas maravillosas?”.