
Las heridas interiores y exteriores de los niños y niñas de Gaza
abril 4, 2019 10:03 am Deja tus comentariosUn consejero psicológico de UNRWA, que pidió permanecer en el anonimato, comparte sus experiencias de manera sincera y desgarradora.
Un consejero psicológico de UNRWA, que pidió permanecer en el anonimato, comparte sus experiencias de manera sincera y desgarradora.
Khalil Al-Safouri sufre una discapacidad visual y es estudiante en la escuela Ein al Asal de UNRWA en Líbano. Khalil fue diagnosticado con una discapacidad visual cuando nació y esto tuvo consecuencias directas sobre su rendimiento académico en los primeros cursos escolares. Para él era muy difícil diferenciar las letras del alfabeto y leer.
"Les doy fuerzas para continuar y ellos me dan fuerzas para seguir avanzando”. Daad, una refugiada palestina de 24 años que vive en Jordania, hablar así de sus clientes en el campamento de refugiados. Daad es trabajadora social y ayuda a los refugiados sirios en Jordania. Todas las personas que la conocen la definen como una mujer enérgica, cercana y cariñosa.
Zahra camina entre los pupitres mientras treinta niños y niñas le siguen con una mirada de admiración. La profesora se inclina sobre una de las mesas para corregir un cuaderno, después avanza hasta la otra punta de la clase para contestar una duda. Como sus estudiantes, Zahra está un poco nerviosa pero, a la vez, emocionada. También es su primer día de clase.
“Vamos a hacer un repaso”, Sanna, de treinta años, llama a su hija Naya para hacer los deberes de la primera semana de curso. El año escolar ha comenzado en todos los territorios palestinos y 278.991 estudiantes han vuelto a las 274 escuelas en la franja de Gaza. 143.754 niños y 135.273 niñas.
Shahraban Abed El Razel trabajó en la escuela UNRWA de Yarmouk durante 20 años. “Siento que es mi segunda casa. He pasado gran parte de mi vida allí”, reconoce. Este año, presenciaba la apertura de puertas de la escuela del campamento Burj Barajneh, en Líbano, donde impartirá clases este curso.
Desde que era pequeña, Lama ha visto apuntada una frase en la pizarra de clase. Unas palabras realmente importantes que su profesora les enseñó a escribir en inglés: Early Start, Grow Smart (Empieza pronto, crece inteligente). “Es ahora cuando entiendo el verdadero significado de la cita”, dice Lama.
Marwan Hakim Hassan no aparta la vista de la pizarra en la clase de química. Los apuntes aparecen en su cuaderno a gran velocidad, rellenando el espacio en blanco. Acaba de empezar 9º grado con 16 años, un poco más mayor que el resto de sus compañeros. “Tuve que repetir 8º por las dificultades que atravesaba mi familia”, nos explica un año después de la tragedia que vivieron.
Sin duda, ver crecer a una nueva generación de niños y niñas con acceso a educación es una de las cosas más gratificantes para la comunidad refugiada de Palestina. Su deseo es que sean jóvenes que puedan dejar a un lado las preocupaciones del día a día como la falta de alimento y agua o el bloqueo, y que piensen que un futuro mejor es posible. Las escuelas en Gaza tienen la responsabilidad de educar a esta generación para que no pierdan la creatividad y la esperanza que les brindarán un futuro digno, contribuyendo al progreso de toda la comunidad.
Esta semana UNRWA ha anunciado que abrirá sus escuelas a tiempo a pesar de los recortes en su financiación. Sin embargo, por el momento, la Agencia solo tiene fondos para un mes de servicios. La decisión de la Administración Trump de recortar su financiación a UNRWA reduce todavía más las opciones de la comunidad refugiada de Palestina de vivir con dignidad y pone en peligro su futuro. La comunidad refugiada de Palestina valora la educación por encima de todo, y para nosotros, es prioritario garantizar el derecho básico a la educación de todos los niños y niñas refugiados de Palestina.
Abdul-Rahman Hamdan es profesor en nuestra escuela Nuseirat en Gaza y dedica gran parte de su tiempo a hacer que las aulas sean más accesibles para todo el alumnado. Le acompañamos a una de sus clases y, muy contento, nos enseña uno de los pupitres con silla adaptados que ha creado con la ayuda de su compañero Shaher. “Utilizamos piezas de sillas rotas y asientos de coches que ya no funcionan”, nos explica.
"Cuando un proyectil cayó en nuestra casa nos asustamos mucho, huimos de la guerra en Siria y nos fuimos a Líbano", dice Sarah, una niña de 10 años de edad que ahora estudia en nuestra escuela de Jaffna, en Bekaa, Líbano.