
“Mi tienda se convirtió en un salvavidas, no solo para mí, sino también para mis vecinos”
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En el mes de junio, cientos de civiles, incluidos refugiados y refugiadas de Palestina, han sufrido debido a los enfrentamientos en suroeste de Siria.
Ranya al Musa, de 34 años, tiene tres hijas de entre seis y doce años. Las ha criado sola desde que su esposo desapareció en 2012. "Mi hija pequeña tenía solo un mes cuando mi esposo desapareció", dice ella. El único ingreso de la familia es la ayuda en efectivo de UNRWA. “Sobrevivimos con fideos y patatas. Ahora que he recibido ayuda en efectivo compraré un poco de pollo", explica.
Zahra camina entre los pupitres mientras treinta niños y niñas le siguen con una mirada de admiración. La profesora se inclina sobre una de las mesas para corregir un cuaderno, después avanza hasta la otra punta de la clase para contestar una duda. Como sus estudiantes, Zahra está un poco nerviosa pero, a la vez, emocionada. También es su primer día de clase.
Zahra camina entre los pupitres mientras treinta niños y niñas le siguen con una mirada de admiración. La profesora se inclina sobre una de las mesas para corregir un cuaderno, después avanza hasta la otra punta de la clase para contestar una duda. Como sus estudiantes, Zahra está un poco nerviosa pero, a la vez, emocionada. También es su primer día de clase.
La semana pasada, un convoy de UNRWA fue a Yalda, cerca de Damasco para distribuir asistencia humanitaria esencial, incluidos alimentos, mantas y colchones, a 3.000 personas refugiadas de Palestina y a sirios vulnerables que se encuentra allí desplazados de Yarmouk. Antes hogar de 160.000 refugiados y refugiadas de Palestina y símbolo de la comunidad de refugiados palestinos en Siria, el campamento de Yarmouk está casi totalmente destruido. Muchos huyeron sin nada más que la ropa que llevaban puesta cuando en abril estallaron intensos combates y se mudaron a apartamentos vacíos.
Roula tiene 16 años y es de Yarmouk, el campamento de refugiados de Palestina a las afueras de Damasco que ahora está casi totalmente destruido. Cuando estudiaba para sus exámenes de noveno grado, el campamento se convirtió en el escenario de intensos combates que destruyeron su hogar. A pesar de ello, Roula siguió estudiando. Poco después, en 2014 el campamento cayó en manos del Estado Islámico (ISIS) que impuso un férreo control sobre la educación, sobre todo para las niñas, y prohibió los libros, llegando a decapitar a los profesores que se negaban a obedecer. Junto a un grupo de amigas de la escuela, Roula utilizó su teléfono móvil para desafiar al ISIS.