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UNRWA España - Actualidad sobre los refugiados de Palestina - Salwa Abu Nemer: sin agua no puede haber una vida digna

Salwa Abu Nemer: sin agua no puede haber una vida digna

Salwa Abu Nemer, de 33 años, y sus 8 hijos viven en un refugio improvisado en Khan Younis, en el sur de Gaza. La familia vive en circunstancias difíciles y poco dignas. Sin embargo, el gran problema de Salwa y sus vecinos es la falta de agua corriente, ya que causa enfermedades, especialmente entre los niños.

La casa de Salwa no está conectada a la red principal de agua, por lo que no tienen acceso a agua municipal y su familia tiene que comprar agua potable y no potable de camiones cisterna, que resulta cara. De acuerdo con la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), muchos hogares de la franja de Gaza siguen sin acceso al suministro de agua municipal debido al daño (no reparado aún) a la infraestructura durante la ofensiva de 2014: “a veces pasan muchos días y no podemos lavar la ropa. Los niños cogen sarna y piojos”, dice Salwa, “el agua es una de las necesidades básicas de la vida, pero tenemos escasez y es muy cara, a menudo no podemos permitírnosla”.

Las reparaciones de la infraestructura del agua en Gaza se han retrasado mucho debido a que varios elementos clave para el saneamiento e higiene, tales como bombas de agua, equipos de perforación o productos químicos desinfectantes, están en la lista de doble uso israelí, lo que significa que su entrada en Gaza sólo se permite en parte. Muchas familias afectadas se han vuelto totalmente dependientes de los camiones cisterna.

“Tenemos problemas tanto de agua potable como de no potable. Pasamos hasta cuatro días sin agua, lo que resulta muy difícil y tiene efectos importantes en nuestra vida diaria”, comenta Salwa: sin agua no tenemos dignidad”.

La situación en este apartado es crítica para los palestinos de Gaza. Sin arroyos perennes y con la escasez de precipitaciones, Gaza depende casi por completo del acuífero costero. A medida que disminuyen los niveles freáticos, el agua de mar procedente del Mediterráneo se infiltra. A su vez, el acuífero se contamina por los nitratos de las aguas residuales y fertilizantes sin control provenientes de las tierras de cultivo. Hoy en día, el 96% del agua del acuífero no es apta para su consumo sin tratamiento. La disponibilidad de agua limpia queda pues muy limitada para la mayoría de los palestinos en Gaza. Desde abril, el consumo medio se ha reducido a 55 litros por persona y día, muy por debajo del estándar global de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que es de 100 litros por persona y día.

“Utilizamos un pequeño cubo de plástico para almacenar el agua, no es higiénico. Cuando mis hijos quieren ducharse o necesitan limpiar, movemos el agua de un lugar a otro en cubos más pequeños, lo que es una pérdida de tiempo y esfuerzo”, recuerda Salwa.

La situación con respecto al tratamiento de aguas residuales no es menos problemática. Como se ha mencionado en el informe conjunto del equipo de Naciones Unidas de 2012, Gaza 2020: ¿un lugar habitable?, sólo el 25% de las aguas residuales, o 30.000 metros cúbicos al día, pudo ser tratada y re-infiltrada para su uso en zonas verdes y algunas formas de agricultura. Ya en 2012, unos 90.000 metros cúbicos de aguas residuales sin tratar o tratadas solo en parte tuvieron que ser liberadas al día en el Mediterráneo y su entorno, lo que conlleva contaminación, peligros para la salud pública y problemas para la industria pesquera.

Desde que la central eléctrica de Gaza se viera obligada a cerrar por completo en abril de este 2016 tras agotar sus reservas de combustible, el reducido suministro eléctrico a las plantas de tratamiento dio lugar a ciclos de tratamiento más cortos, además de un aumento del nivel de contaminación de las aguas residuales parcialmente tratadas y descargadas al mar.

Los conflictos recurrentes y el bloqueo ilegal por tierra, mar y aire, que entraba en su décimo año en junio de 2016, siguen siendo hoy en día las principales causas de la crisis socioeconómica y psicosocial en Gaza. Las restricciones a la circulación de personas y mercancías siguen castigando colectivamente a la población civil, y afecta a todos los aspectos de la vida en Gaza, lo que socava la economía local y amenaza el disfrute de la mayoría de los derechos humanos, en clara violación de las obligaciones legales de Israel en virtud del derecho internacional humanitario. Los efectos combinados del bloqueo y el cierre de los túneles a Egipto también han tenido un impacto psicológico menos visible pero bastante profundo, sobre la población de Gaza.

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