Los niños no pierden la esperanza a pesar del conflicto en Siria

En el corazón de una escuela en el campamento de Qabr Essit, en Damasco, los niños y jóvenes que han pasado por la terrible situación provocada por el conflicto en Siria, han compartido con sus compañeros cómo es posible mantener la esperanza por un futuro mejor.

“Mi asignatura favorita son las matemáticas y mi sueño es ser profersor de matemáticas. Mi minusvalía no impedirá que lo cumpla, de hecho, me ha motivado más y me ha dado más fuerza para perserguirlo” dice Raghad, de 10 años, que quedó postrado a una silla de ruedas tras los enfrentamientos.

Raghad, Walid y Farid forman parte de los miles de jóvenes en Siria que han perdido alguna extremidad al igual que muchos aspectos de su infancia durante el todavía vigente conflicto armado.

Todos juntos entretuvieron a una sala repleta en agosto con una obra de teatro titulada “Hacia un Futuro Mejor”. Uno de los principales temas que se cuentan, la historia de violencia y destrucción en los campos de refugiados palestinos en Siria, revela la vulnerabilidad de los niños en el conflicto.

Aun así, todavía hay sitio para un mensaje de esperanza. La actuación de Raghad, Walid y Farid reveló su fuerza y habilidad para adaptarse a su nueva situación y su disposición para afrontar los retos que les esperan.

Farid, de 20 años, afirmó: “perdí la pierna cuando un proyectil de mortero aterrizó a mi lado mientras caminaba por la calle. Aunque sé que Dios tiene un plan para cada ser humano, mi lesión trastocó mis sueños. Pero todavía tengo la esperanza de que la situación mejore para que otros niños no tengan que afrontar situaciones similares”.

Farid dejó la escuela hace cuatros años para ayudar a los seis miembros de su familia. A pesar de su minusvalía, espera encontrar la manera de abrir una pequeña cantina con la que ayudar a su familia.

La actuación en el campo de Qabr Essit es un ejemplo de cómo los profesores de UNRWA en Siria están ayudando a los jóvenes afectados por el conflicto a que se expresen, desarrollen su confianza en ellos mismos y participen en actividades escolares. Raghad, Walid y Farid dijeron que los esfuerzos de los profesores hacen que no se sientan aislados o excluídos. Sienten que tienen un papel en la comunidad, como cualquier otra persona.

Las historias conmovieron al personal de UNRWA y a los refugiados palestinos que acudieron a la obra. Según dijo un refugiado del público: “Los niños nos inspiran con su esperanza, determinación, energía y entusiasmo”.

La obra terminó con los jóvenes solicitando prótesis y apoyo psicosocial y pidiendo a UNRWA que les ayude a compartir sus historias con la comunidad local e internacional.