Lo más importante en la vida

Con profunda tristeza y desesperación, Amal nos dice que es profesora de árabe. No está acostumbrada a mendigar y pedir ayuda pero en su situación, está dispuesta a trabajar de lo que sea para que ella y su hija puedan vivir con dignidad.

Ese precisamente ha sido su principal desafío desde que huyó del conflicto de Siria en abril de 2013 y buscó refugio en el campamento de refugiados de Palestina de Beddawi, en el norte de Líbano. Ya ha tenido que mudarse seis veces. Primero se quedaron en casa de unos familiares de su marido y después con unos amigos cuya casa estaba en la zona de conflicto entre cerca de Trípoli, al sur de Líbano. Asustadas por los bombardeos Amal y su hija de 8 años huyeron de allí también. “No nos fuimos de Siria para salvar nuestras vidas y venir aquí a morirnos sin razón”, dice Amal, de vuelta en Beddawi.

El tono de su voz se eleva y sus ojos se vuelven vidriosos mientras describe su dolor y sufrimiento. “Parece como si la tortura y el desplazamiento de una casa a otra fueran nuestro destino. He perdido mi supuesta dignidad”, dice ella.

El marido de Amal regresó a Siria para poder mantener a su familia,  pero ella dice que su situación en el Líbano es de “agonía , dolor y sufrimiento”. La vida en Líbano es cara y las ayudas para alquiler y alimentos que UNRWA proporciona “por desgracia no son suficiente” para cubrir los gastos. “Recibimos 100 dólares para gastos de alquiler y $30 para asistencia alimentaria”, explica. “ Estas cantidades nos ayudaban a sobrevivir durante un mes cuando estábamos en Siria antes del conflicto pero en Líbano desgraciadamente no son suficientes”.

En Beddawi, Amal y su hija se han instalado con los siete miembros de una familia de refugiados de Siria. Todos comparten una habitación que ni siquiera cumple con los estándares más bajos. No tienen un techo que les proteja de la lluvia, pero tampoco entra la luz del sol. No tienen mantas, ni sábanas, ni siquiera muebles.  Sin embargo, Amal que contribuye en el alquiler, paga 180 dólares.

Amal destaca que sigue adelante por su hija.  La niña de 8 años está matriculada en la escuela Al- Mazar de UNRWA en Beddawi. Tras un momento de silencio, Amal concluye: “Lo hemos perdido todo – nuestra casa y nuestro dinero – pero todavía nos queda la educación. Es la salvación para el futuro de mi hija y lo más importante en la vida”.