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UNRWA España - Actualidad sobre los refugiados de Palestina - “Si la asistencia alimentaria se detuviera algún día, comeríamos de la basura” 

“Si la asistencia alimentaria se detuviera algún día, comeríamos de la basura” 

“Cuando dejé de trabajar, ya no podía pagar el alquiler que le debía al casero. La gente me comentó sobre esta zona en la que vivimos ahora. No tuve más remedio que traer a mi familia aquí. Como puedes ver, vivimos en algo así como un establo, un vertedero de basura, en el sentido más literal de la palabra”. 

Mahmud Farwana tiene 63 años y es un refugiado de Palestina que vive en el área de Nahr el Bared en Khan Younis, en el sur de Gaza. Antes de que se impusiera el bloqueo en la franja de Gaza hace 15 años, trabajaba en la construcción y podía mantener bien a su familia de 12 miembros.  

La fortuna de su familia cambió drásticamente una vez que se interrumpió la importación de materiales de construcción y perdió su trabajo. Para tratar de llegar a fin de mes, Mahmoud comenzó a transportar piedras trituradas y restos de metales con la ayuda de un burro. Desde entonces, ha desarrollado una afección cardíaca y sufre de dolores en las articulaciones y los huesos: “Así ya no puedo trabajar en nada”, afirma. Ante esta situación se vio obligado a sacar a sus hijos de la escuela para que comenzaran a trabajar. “Mis hijos salen todos los días desde el punto de la mañana hasta la noche. Les pagan entre 10 y 20 shekels al día, que gastan en alimentar al burro y comprar comida para sus hermanos”, explica. “Hoy, mis hijos han salido más temprano para hacer algunas horas extra y ganar más dinero. Así podrán comprar chocolate para que sus hermanas celebren su graduación en la escuela”. 

Antes de salir de la escuela, los hijos de Mahmoud, Hamza, de 16 años, y Alaa de 15 años, asistían a la escuela de UNRWA de Sheikh Khalil y Tariq bin Ziyad, en Gaza. “Cuando mi padre ya no pudo trabajar, dejé la escuela para ayudar en casa. Yo estaba en cuarto grado en ese momento”, comenta Alaa. “Mi hermano y yo salimos a trabajar todos los días de 5 am a 1 pm. Hamza me ayuda a recoger pedazos de piedras trituradas y chatarra del vertedero y los pone en el carro para venderlos”. 

“Cada vez que veo estudiantes yendo a la escuela, desearía poder regresar. Desafortunadamente, no puedo porque mi padre no está bien y no puede trabajar. La escuela llama constantemente a mi hermano Hamza para convencerlo de que regrese. Y cada vez que eso pasa les explica que no puede regresar por la mala situación económica de la familia”. 

La asistencia a la escuela también se ve afectada por el profundo impacto psicológico que provocan los constantes ciclos de violencia en Gaza y la mala situación de salud de la mayoría de los niños de Gaza. Otro de los hijos de Mahmoud, que también se llama Mahmoud, en honor a su padre, es reacio a ir a la escuela desde el conflicto de mayo pasado. “Tiene miedo de ir a la escuela por temor a las bombas”, dice Mahmoud mayor.  

“Cuatro de mis hijos tienen problemas de salud: dos de ellos sufren de asma, Malak sufre epilepsia y Aya sufre de un hemograma muy bajo. No los mando a la escuela porque no pueden caminar los dos kilómetros para llegar.  Además, es un camino desierto muy peligroso, lleno de escorpiones y serpientes”, lamenta. 

Las tres hijas que sí están recibiendo educación disfrutan de asistir a una escuela de UNRWA y están emocionadas al aprender cosas nuevas. 

La mala salud, que a menudo se ve exacerbada o incluso provocada por las malas condiciones de vida, representa un desafío económico adicional. Mahmoud lleva a uno de sus hijos al Hospital Nasser en Khan Younis para recibir tratamiento casi todas las semanas. “A veces, el medicamento recetado por los médicos está disponible en la farmacia de UNRWA, pero otras veces no. Desafortunadamente, a menos que esté disponible en una farmacia de UNRWA, no puedo dárselo a mi hijo porque no puedo pagar el coste en otra farmacia”. 

La familia de Mahmoud se encuentra en la espiral de la pobreza, incluido el desempleo, la inseguridad alimentaria, las viviendas precarias, el abandono escolar y la mala salud. Lamentablemente, su familia no es la única tras 15 años de un bloqueo devastador y ciclos repetidos de violencia extrema y destrucción de infraestructuras. 

En una encuesta sobre la situación socioeconómica de los refugiados y refugiadas de Palestina en la franja de Gaza realizada por UNRWA en noviembre de 2021, se descubrió que el 81% de los refugiados palestinos en Gaza vivían por debajo del umbral de la pobreza, y el 33% de las familias se describían a sí mismas como como “extremadamente pobres”. De los 1,7 millones de refugiados y refugiadas palestinas que residen en Gaza, alrededor de 1,1 millones (o alrededor del 66%) dependen de la asistencia alimentaria de UNRWA, frente a menos de 80.000 en el año 2000. 

UNRWA ha tenido un enfoque holístico para abordar la naturaleza multidimensional de la pobreza a lo largo de 72 años, incluido el acceso a atención primaria de salud gratuita, educación básica, oportunidades de subsistencia, servicios sociales y de socorro, y vivienda y salud ambiental. 

 Al igual que cientos de miles de otras familias en el enclave costero, la familia de Mahmoud recibe asistencia alimentaria de UNRWA trimestralmente a través de su red de apoyo social. La cesta de alimentos suele incluir harina de trigo, arroz, aceite de girasol, azúcar, leche entera, lentejas y garbanzos. Otro de los apoyos brindados a familias vulnerables incluye la provisión de oportunidades de empleo temporal y asistencia en efectivo de emergencia para mitigar las dificultades socioeconómicas causadas por las continuas crisis. 

“Los alimentos que recibimos de UNRWA son un salvavidas para nuestra familia. La leche en polvo, en particular, es fundamental. A mis hijos les gusta beberla todos los días. Si la asistencia alimentaria se detuviera algún día, comeremos de la basura”, dice Mahmoud. 

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