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UNRWA España - Actualidad sobre los refugiados de Palestina - “No tuve más remedio que dar a luz sola a mi propio bebé”

“No tuve más remedio que dar a luz sola a mi propio bebé”

En UNRWA no hemos dejado de atender a mujeres embarazadas y recién nacidos

En Gaza, ser madre durante los dos años de ofensiva israelí ha sido un verdadero infierno. Un momento que debería ser único y especial para tantas mujeres gazatíes se ha visto atravesado por un sufrimiento difícil de poner en palabras.

Muchas madres han visto morir a sus hijos e hijas bajo bombardeos, se han desplazado cargándolos en brazos para buscar una seguridad inexistente y han sufrido al no poder alimentarlos o llevarlos a un centro de salud cuando enfermaban. El dolor y la impotencia se han convertido en su rutina diaria, dejando traumas casi imposibles de sanar.

Vivir un embarazo en estas circunstancias ha sido igualmente devastador. El terror constante y la ansiedad ha supuesto un riesgo tanto para la madre como para el bebé por nacer. Además, la falta de hospitales por la destrucción y la escasez de recursos médicos por el asedio han sido y siguen siendo amenazas directas para ambos.

Durante la ofensiva han nacido alrededor de 130 niños cada día en la Franja. Aproximadamente uno de cada cinco bebés nació prematuro, con un peso demasiado bajo u otras complicaciones. Muchos arrastrarán durante años los efectos de haber llegado al mundo en un contexto tan crítico.

El parto ha se ha transformado en otro episodio traumático, cargado de miedo e incertidumbre. Miles de mujeres de Gaza han dado a luz bajo bombardeos, sin asistencia sanitaria y, en muchos casos, desplazadas en improvisadas tiendas de campaña. Es el caso de Yasmeen, una comadrona de la ciudad de Gaza. “Los dolores comenzaron a las cuatro de la mañana, pero no había nadie que pudiera ayudarme. Sentí que aquello podía terminar con mi vida y la de mi bebé”, recuerda.

Su esposo salió corriendo para buscar ayuda, pero no había ambulancias disponibles ni nadie más que pudiera llevarlos a un hospital. Yasmeen, aterrada, se preparó para el parto como pudo. “Pedí a mis hijos que pusieran un colchón en el suelo. No tenía analgésicos. No tuve más remedio que dar a luz sola a mi propio bebé”.

“Mis hijos pequeños lloraban aterrorizados mientras yo sufría delante de ellos. Yo misma no sabía qué iba a pasarme en los siguientes minutos”. A pesar del miedo y del dolor, logró asistir su propio parto. “Sostuve la cabeza y el cuerpo de mi bebé, y sentí que todos los sonidos de los bombardeos se apagaban. Solo podía escuchar el llanto de mi bebé y mi respiración”, recuerda.

Gracias a su experiencia como comadrona, Yasmeen consiguió que el nacimiento no presentara complicaciones. Pero muchas otras mujeres no han tenido la misma suerte. Ella cuenta que durante los meses de ofensiva vio casos de mujeres embarazadas que sufrieron lesiones graves por los bombardeos.

Uno de los testimonios que más la marcó fue el de una mujer a la que tuvieron que amputarle una pierna y una mano y que, poco después, perdió a su bebé debido a la pérdida masiva de sangre. “No sabía qué decirle para darle apoyo psicológico después de todo lo que había sufrido”, explica. “Pero reuní mis fuerzas y traté de ser su principal sostén”.

Los equipos médicos de UNRWA han trabajado y siguen trabajando sin descanso, atendiendo cada día a cientos de mujeres en posparto y embarazos de alto riesgo. Su labor ha salvado incontables vidas desde octubre de 2023. Hoy, estamos ampliando nuestras operaciones para llegar a zonas que antes eran inaccesibles y para ofrecer atención a madres y bebés desplazados que no han podido acudir a consulta.

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https://unrwa.es/actualidad/historias/ser-madre-en-gaza-se-ha-convertido-en-un-infierno/ Click para copiar enlace