Regreso a Jabalia: “Nada podría haberme preparado para la realidad que me encontré”
20.02.2025Testimonio de Hussein, fotógrafo miembro del equipo de UNRWA
“Tras el inicio del alto el fuego, caminé desde el campamento de la Playa, en el oeste de la ciudad de Gaza, hasta Jabalia, en el norte. El viaje fue agotador, tanto físicamente como emocionalmente. Estaba ansioso por lo que vería en el lugar donde nací y crecí, donde vivían mi familia y mis amigos. Esperaba ver destrucción por los incesantes sonidos de las explosiones que resonaron en Jabalia durante más de 100 días, pero nada podría haberme preparado para la realidad que me encontré.
En cuanto llegué al campamento de Jabalia, intenté comprobar cómo estaba la casa de mi familia, una residencia temporal donde habían estado viviendo, ya que la principal había sido destruida en mayo de 2024. La sorpresa fue que no pude encontrar nada que indicara donde estaba la casa o las calles. Todos los hogares estaban mezclados y todos los recuerdos de la casa familiar y del barrio habían desaparecido.
Empecé a documentar la situación con mi cámara. Las escenas eran desgarradoras: una devastación total. Nada parecía igual. Vi a personas que habían sido desplazadas regresando poco a poco al campamento, pero la conmoción en sus rostros era inconfundible. No podían reconocer las calles ni sus hogares; todo había sido destruido, arrasado. La situación era más que desesperante. No había agua, ni comida, ni saneamiento, ni paredes, ni vida. Incluso sentarse entre las ruinas era imposible, porque no había nada a lo que agarrarse.
A medida que avanzaba el día, algunas familias decidieron regresar a los refugios de la ciudad de Gaza, alegando que Jabalia ya no era habitable. Otras, sin alternativas, se quedaron en Jabalia, viviendo en condiciones inimaginables: sin refugio, sin comida, sin agua, rodeadas de escombros y tiendas de campaña improvisadas.
A pesar de los desafíos, fui testigo de la rápida respuesta de UNRWA, que distribuyó paquetes de alimentos a las familias que no tenían otro apoyo. Sin embargo, la misión no fue nada fácil. No había medios de transporte adecuados, lo que nos obligaba a caminar durante horas para llegar a las zonas afectadas. En ocasiones, dependíamos de vehículos dañados de la Agencia, que apenas funcionaban después de 15 meses de violencia. Las carreteras estaban destruidas, lo que hacía casi imposible el movimiento. Las personas acudían en masa a lugares de distribución de ayuda, impulsadas por la grave escasez de recursos esenciales.
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Como fotógrafo, me sentí profundamente impotente. La cámara, mi herramienta de confianza para captar la realidad, no logró transmitir la magnitud de la destrucción y el sufrimiento. La tragedia y la devastación que presencié iban más allá de los límites de cualquier lente. El dolor, la conmoción y las historias no contadas, grabadas en los rostros de las personas, eran imposibles de capturar. Todas las fotos que tomé parecían inadecuadas, incapaces de reflejar la enorme crisis.
A pesar de esta sensación e impotencia, sabía que mi papel era crucial. Esta experiencia subrayó el inmenso sufrimiento humano y la urgente necesidad de un apoyo internacional. Los habitantes de Jabalia necesitan desesperadamente refugio, agua, alimentos y atención médica. Pero, sobre todo, necesitan esperanza, una vida digna y un futuro mejor.
Después de tres semanas trabajando día y noche, los equipos de UNRWA lograron reparar un generador para que funcionara la bomba de agua principal en el campamento. Recuerdo lo felices que estaban cuando se puso en funcionamiento. El equipo de la Agencia estaba muy orgulloso de este logro y de brindar ayuda a las personas desplazadas, cuyas casas habían sido destruidas. Siento una conexión fuerte y profunda entre las personas refugiadas de Palestina y UNRWA, ya que ninguno puede existir sin el otro”.