En la franja de Gaza, las agresiones armadas son una constante desde hace décadas. Por un lado, están las ofensivas israelíes que se suceden con regularidad y con una violencia devastadora, como en el caso de la operación ‘Margen Protector’ desplegada en 2014. Por otro lado, están los enfrentamientos internos entre facciones armadas.
El hecho de vivir bajo la amenaza de los bombardeos, en un constante clima de violencia, unido al sentimiento de incertidumbre sobre el futuro, han hecho que la vida de la población civil en la zona se haya visto alterada seriamente. La necesidad de recibir servicios de atención psicológica especializada en traumas derivados del estrés del conflicto, ha aumentado de forma dramática en los últimos años. Y el impacto psicoemocional es especialmente duro para los niños y niñas en edad escolar.
La población infantil es el colectivo más vulnerable y más duramente golpeado por las agresiones armadas. Sufren altísimos niveles de estrés físico y psicológico, causados por las consecuencias de una violencia continuada: destrucción de sus hogares, desplazamientos masivos de personas, muerte de familiares… una realidad devastadora para el equilibrio emocional de los más pequeños.