UNRWA microfinancia a las mujeres jóvenes emprendedoras en Siria
25.06.2015Hace seis años, a la edad de 16, Ghufran Azeemeh soñaba con iniciar su propio negocio pero en lugar de eso se animó a casarse: “traté de convencer a mi padre de que podía trabajar, pero él se negó. En cambio me casé y el siguiente reto pasó a ser convencer a mi marido de que me dejara trabajar “, dice Ghufran.
A menudo, en Siria, el matrimonio a una edad temprana significa el fin de las aspiraciones profesionales. Pero este no fue el caso de esta joven empresaria. Con trabajo duro y ambición, y el apoyo del programa de microfinanzas de UNRWA, Ghufran, de 22 años de edad y madre de dos niños, ha construido una pequeña empresa exitosa que sustenta a su familia.
Los micropréstamos se han convertido en un salvavidas para los empresarios palestinos en Siria, ya que las familias que luchan para hacer frente al trauma del desplazamiento también se enfrentan al colapso económico del país. UNRWA es capaz de continuar este programa cada vez más importante gracias a los donantes, lo que asegura que la Agencia pueda seguir con la programación humanitaria en Siria a través de su contribución a la ‘Campaña de Emergencia Siria’.
La primera empresa de negocios de Ghufran fue una pequeña tienda de ropa interior en su comunidad local en Yarmouk. Decidida a ayudar a los vecinos que estaban luchando financieramente hablando, permitió que sus clientes compraran productos de la tienda a través de cuotas. A los 18 años, se acercó a la UNRWA para discutir la expansión de su negocio y recibió un préstamo de 52$. Ella lo devolvió en cinco meses y sacó dos préstamos más para aumentar la inversión y mejorar las ventas.
Sin embargo, a finales de 2012, Ghufran se vio obligada a abandonar su negocio cuando Yarmouk se vio envuelta en un intenso conflicto armado. Ella y su familia huyeron de Yarmouk junto a decenas de miles de sirios y palestinos, en busca de seguridad en el distrito de Jaramana, Damasco. A pesar de sus pérdidas, Ghufran estaba ansiosa por volver a trabajar para que ella y su familia no dependieran de la ayuda alimentaria de UNRWA: “me gusta ser independiente y no tener que depender de nadie”.
Más decidida que nunca, Ghufran volvió a UNRWA para solicitar otro préstamo para reiniciar su negocio. Su nueva tienda tenía una gama más amplia de productos. “Algunos de los comerciantes habían aumentado los precios y fueron aprovechando los clientes de las mujeres, y yo quería mantener mis precios bajos para asegurarme de que mis productos sigan siendo asequibles”, dice ella. “Me siento más feliz cuando puedo ayudar a mis clientes”.
Cuatro años y dos empresas después de su primer préstamo, Ghufran y su esposo pueden mantenerse por sí mismos. Mirando atrás, ella resalta el papel que las microfinanzas de UNRWA han desempeñado en el apoyo a su independencia y ambiciones. “Quiero agradecer a la UNRWA cada paso del camino y en estas circunstancias difíciles”, dice.