Tras diez años de conflicto la atención psicosocial en escuelas es imprescindible: “Hoy me siento más fuerte”
26.04.2021En Siria, el prolongado conflicto sigue teniendo un gran impacto en la vida de la población refugiada de Palestina, en particular en la de los más vulnerables. Con casi el 60% de los refugiados y refugiadas desplazadas al menos una vez desde el comienzo de la crisis, muchos niños y niñas han vivido toda su existencia sin la sensación de seguridad ni protección. Al huir muchos se vieron obligados a vivir en refugios colectivos, hogares dañados o hacinados con parientes en otras casas.
En la actualidad, de los 438.000 refugiados de Palestina que quedan en el país, se estima que el 91% vive en la pobreza más absoluta. Las consecuencias del deterioro de las condiciones de vida se reflejan notablemente en los miles de niños y niñas gravemente afectados por traumas psicológicos relacionados con el conflicto. Una de las consecuencias es una mayor tasa de abandono escolar. Muchos de ellos se ven obligados a encontrar trabajo para ayudar económicamente a sus familias. Otros, se casaron a la fuerza para aliviar parte de la carga económica de sus hogares.
En este contexto, la prestación de apoyo psicosocial se ha vuelto cada vez más fundamental para ayudar a mitigar el impacto del conflicto y mejorar los mecanismos de afrontamiento.
Omar es un joven estudiante matriculado en la Escuela Qisaria de UNRWA. Desde el comienzo de la crisis, él y su familia han sido desplazados varias veces de su hogar en Hamouria, en la zona rural de Damasco. Omar describe las sesiones de apoyo psicosocial que recibe en la escuela como una fuente de energía. Las sesiones están conformadas por varias actividades que incluyen juegos grupales, arte y pintura: “Los trabajadores sociales siempre nos animan y motivan”, comenta con entusiasmo.
Con estas sesiones, Omar ha recibido las herramientas necesarias para hacer frente a diversas situaciones traumáticas. Entiende que el diálogo debe prevalecer sobre la violencia ante un problema. A su corta edad, uno de los lemas de su vida se ha convertido en “di no a la violencia y sí al diálogo”.
Lelaf es otra estudiante refugiada de Palestina de la Escuela Qisaria. Para ella, asistir a las sesiones de apoyo psicosocial es una fuente de alivio, calidez y seguridad. “Cuando el trabajador social entra en clase, me siento libre, como si me hubieran quitado una carga de la cabeza”, dice.
Lelaf solía ser intimidada por otros estudiantes en la escuela. Ella explica cómo este tipo de apoyo le ayudó a superar momentos tan difíciles: “He aprendido sobre los problemas que enfrentan muchos adolescentes en esta etapa de la vida. También he desarrollado las herramientas mentales para maximizar el autocontrol y evitar respuestas violentas cuando me provocan o me intimidan”. Basándose en sus propias experiencias, la ayuda que recibió ha supuesto el origen de su fortaleza: “Apoyar a otros simplemente con palabras puede tener mucho impacto en la vida de las personas. Hoy me siento más fuerte”, destaca.
Ghudran es una de las primeras profesionales que se unió al programa de apoyo psicosocial en las escuelas. En sus sesiones, Ghudran presenta unas actividades y, al implementarlas, presta atención a las reacciones y comportamientos de sus estudiantes. Es su técnica para identificar a aquellos que puedan necesitar asesoramiento individual. “Puedo identificar indicadores psicológicos relacionados con la ansiedad, el estrés, el declive académico, la timidez o el miedo”, explica.
Además, en estas reuniones se debaten y presentan temas que no se exponen en otros espacios, como la sensibilización sobre los restos explosivos de guerra, el acoso sexual y la violencia de género.
Ghudran se toma su tiempo para escuchar los comentarios de los jóvenes sin intervenir, para que puedan expresar sus sentimientos libremente. “Las actividades de apoyo psicosocial contribuyen a mejorar las habilidades sociales y ayudan a los estudiantes a adaptarse al entorno que les rodea”. Un entorno al que nunca debería tener que adaptarse ninguna persona, un entorno de guerra.