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Ser profesor/a de UNRWA, un trabajo mágico

Son las 10 de la mañana en la escuela preparatoria de niñas de UNRWA en Nuseirat, en el centro de Gaza, y docenas de chicas en uniformes escolares azul y blanco a rayas juegan felizmente en el patio de la escuela, siguiendo las instrucciones de los profesores y profesoras de deporte. El jolgorio de las niñas se mezcla con las voces más tranquilas de los maestros y estudiantes que dan clases en las aulas de arriba. En una de estas aulas, Suheir al-Khaldi, de 55 años, enseña árabe a las alumnas y alumnos de sexto grado.

Suheir comenzó su carrera como profesora de árabe hace más de 20 años en la misma escuela de UNRWA en la que había estudiado de niña. “Mis mejores recuerdos son de los maestros de la Agencia que, con los medios humildes disponibles del momento, siempre nos animaban y motivaban en calidad de refugiados, y en particular a las niñas, para continuar nuestra educación”, dice ella. “Cuando recuerdo esos momentos me doy cuenta de cómo las escuelas y los métodos de enseñanza han cambiado con el tiempo, es sorprendente. Las escuelas de UNRWA son el camino hacia el éxito para los refugiados de Palestina y me siento muy orgullosa de haber estudiado y de trabajar ahora en una de sus escuelas”.

“Sólo cuando empecé a trabajar como maestra me dí cuenta de la magia de esta profesión”, continúa Suheir, “se trata de cambiar la vida de estas niñas, inspirándolas y dejando una huella en ellas”.

La escuela no es solamente enseñanza, dice Suheir, sino también cuidado, y dando a los niños la oportunidad de hablar y expresarse libremente, les das la opción de compartir su tristeza, su frustración, sus intereses y sus historias. “Mis profesores siempre estaban allí para mí cuando yo les necesitaba, esto es lo que quiero ser para mis estudiantes”, afirma la profesora.

Suheir es sólo una de los 22.000 trabajadores de educación de la Agencia. Ella forma parte de un programa educativo que enseña a medio millón de estudiantes, y esto sólo es posible gracias al generoso apoyo de los socios y donantes.

Además de enseñar, Suheir anima a sus estudiantes a participar en actividades extracurriculares como ella hizo cuando era joven. Una vez, se unió a un campamento de verano de UNRWA, cerca de Ramallah, en Cisjordania, donde aprendió a cantar, bailar, nadar e incluso patinar. “Cuando regresé a Gaza, mi maestra, la señora Zeinab, me pidió que escribiera una redacción sobre el campamento, y este fue el comienzo de una pequeña serie de artículos escolares que hice”, explicó. Para reforzar esta experiencia positiva, Suheir fundó un club de periodismo hace ocho años para alentar a los estudiantes con talento para escribir, expresarse y pensar de manera independiente. Los mejores artículos se publican en una revista escolar. Este modelo de éxito de periodismo se ha adoptado en otras escuelas de UNRWA.

“Una vez, en el año 1995, visité a mi hermano en Francia, y al lado de su casa había una escuela. Tenía curiosidad por verla y visitarla, así que fui. Cuando los maestros se enteraron de que yo trabajaba en una escuela de UNRWA, me hicieron muchas preguntas acerca de nuestros métodos de enseñanza. Me sentí orgullosa de que la Agencia fuera conocida en todo el mundo por apoyar la educación de los refugiados de Palestina “, señala Suheir.

© 2015 UNRWA Fotos de Tamer Hamam

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