“Ser enfermera es un trabajo humanitario”
07.04.2020Esta crisis sanitaria sin precedentes, ha demostrado que independientemente de donde vivamos, somos seres humanos vulnerables, finitos y quebrantables. La lucha contra la pandemia de coronavirus está afectando en todo el mundo y en todos los ámbitos de nuestra vida. Ha cambiado nuestras prioridades y ha puesto en el centro el valor de tener una casa donde refugiarnos en caso de tener que hacer cuarentena, el poder del agua y jabón para salvar vidas o un sistema de salud fuerte que asegure que podemos tener una cama si necesitamos ingresar en un hospital.
El coronavirus no conoce de fronteras, barreras, religiones o color de piel, toca a todo el mundo, pero no todos pueden hacerle frente con la misma contundencia y con los suficientes recursos. Sin embargo, hay algo en todo el globo que nos une: el agradecimiento a cada una de las personas que forman el equipo sanitario y están en primera línea trabajando para cuidarnos.
En la franja de Gaza, todo el mundo conoce a Majeda y a Mohammed. Ella lleva 14 años trabajando en emergencias sanitarias en el campamento de refugiados de Khan Younis, al sur de la Franja. Él ha cumplido su sueño de ser enfermero y atiende con mimo a cada paciente que entra por la puerta del centro de salud de Rimal.
“Ser enfermero es la llave para acompañar a los pacientes en el cuidado y la protección de su salud. Siempre quise ser enfermero, nunca quise hacer otra cosa”, apunta Mohammed.
Majeda, comparte con su compañero de profesión Mohammed la vocación y necesidad de cuidar y proteger la salud de los refugiados y refugiadas de Palestina en Gaza, independientemente de convivir con una pandemia. La salud física y psicológica en general, continúa siendo frágil y delicada. “Ser enfermera es un trabajo humanitario, me gusta y siento feliz cuando estoy ayudando a la gente que más lo necesita”, dice Majeda.
Majeda y Mohammed también comparten la sensación de estar al límite. El sistema sanitario en Gaza está al borde del colapso mucho antes de que el coronavirus llegase a este enclave costero. Trece años de bloqueo israelí por tierra, mar y aire, han dejado huella en los hospitales y los centros de salud. En la actualidad y frente al COVID19, en Gaza solo hay el 48% de las medicinas necesarias, una cama de hospital por cada 1000 habitantes, 60 camas de Unidad de Cuidados Intensivos y 62 respiradores para 2 millones de personas.
La última ofensiva en el verano de 2014 afectó especialmente a hospitales y centros de salud y dejó la maquinaria sanitaria total o parcialmente destruida. A día de hoy, después de cinco años y en esta situación de crisis sanitaria, se sigue esperando las piezas necesarias para arreglarlas. Las autoridades israelíes aún no han permitido la entrada de ciertos materiales por considerarlos de tipo dual.
En Gaza, ha coincidido en el tiempo, el aumento de la pobreza y la expansión del coronavirus. En el centro de salud de Khan Younis, que recibe a diario entre 1.300 y 1.500 pacientes, se teme que un brote de coronavirus ponga entre las cuerdas el ya débil sistema de salud en el campamento de refugiados y que haya un incremento aún mayor del número de pacientes.
Mohamed también ha contado los pacientes, los recursos y los minutos de consulta que puede dedicarles. A medida que la economía ha empeorado, la pobreza también lo ha hecho e inevitablemente esto afecta directamente a la salud de la población. Mohamed ha visto como su carga diaria ha ido aumentando de 30-50 pacientes por día a 80-120.
Majeda recibe en el centro de salud de UNRWA en el que trabaja a pacientes que necesitan tratamiento hospitalario, pero sienten que no tienen mucha alternativa: “Vienen al centro de salud de UNRWA porque es un servicio gratuito. UNRWA es el pulmón de Gaza. No puedo imaginar cómo sería la situación en Gaza sin la Agencia”
En todas partes del mundo, al mismo tiempo hay gente que está luchando por frenar contagios, salvar vidas, incluso en las situaciones más precarias, más frustrantes y dolorosas. Este aplauso, hoy va por vosotros, Majeda y Mohammed.