“Queremos coger un barco e irnos al mar. Morirnos en el mar”
18.05.2023Líbano está inmerso en una de las mayores crisis económicas y financieras de la historia reciente. Las personas refugiadas de Palestina son un colectivo muy vulnerable y están notando especialmente las graves consecuencias de la inflación o el desempleo. Están tocando fondo.
En Líbano, hay 240.441 personas refugiadas de Palestina. El 93% vive bajo el umbral de la pobreza y el 86% dependen de la asistencia de UNRWA como principal fuente de ingresos.
Las encuestas periódicas de seguimiento de la Agencia muestran que, entre octubre de 2019 y julio de 2022, el coste medio de una cesta de alimentos en los campamentos de personas refugiadas aumentó un 560%.
Ante esta situación, los refugiados y refugiadas manifiestan problemas de ansiedad, desesperanza, depresión y miedo. Cada vez se ven más obligadas a endeudarse con préstamos muy difíciles de pagar o a saltarse comidas. Según los últimos datos, el 68% de las familias refugiadas palestinas declara que ha reducido el número de comidas por culpa de la inflación.
La vida en los campamentos de refugiados en el país es cada vez más complicada y menos salubre. Están abarrotados, las calles son estrechas, no llega la luz del sol y el olor a humedad se acumula por la mala ventilación. “Las características comunes a la mayoría de los campamentos en Líbano son el hacinamiento, la pobreza extrema y las malas condiciones de las infraestructuras”, explica Hoda Samra, portavoz de UNRWA en Líbano.
Otro de los problemas más graves a los que se tiene que enfrentar la población refugiada palestina es la grave discriminación que sufren por parte de las instituciones libanesas. Al no ser formalmente ciudadanos de otro estado, no pueden reclamar los mismos derechos que otros extranjeros que viven y trabajan en Líbano. No se les permite tener propiedades y la ley prohíbe su acceso a servicios y empleos del sector público y a 39 profesiones más. “Los refugiados tienen algunos derechos muy restringidos como el derecho a trabajar. Además, desde 2001 no pueden poseer ninguna propiedad”, cuenta Hoda.
Ante tantos problemas, es casi imposible para la población refugiada tener una vida digna. Hoda cuenta cómo las personas refugiadas palestinas sienten que están atrapadas. No pueden volver a Palestina, ni pueden integrarse en Líbano, no pueden trabajar y viven en pésimas condiciones. “Queremos emigrar. No nos dan visado. Queremos coger un barco e irnos al mar. Morirnos en el mar”, le cuentan a Hoda.
Según Hoda, las personas refugiadas de Palestina solo desean una solución justa después de 75 años, cuando tuvieron que huir de sus hogares. A pesar de las dificultades la esperanza permanece: “No podemos permitirnos perder la esperanza. No es una opción. Tenemos que continuar”.