Pierre Krähenbühl: es importante sostener el desarrollo humano y de protección de los derechos de los refugiados de Palestina
10.06.2015El comisario General de UNRWA, Pierre Krähenbühl, dio la pasada semana un discurso a propósito del 65 aniversario de UNRWA como Agencia de las Naciones Unidas y dejó varias e interesantes declaraciones al respecto de la situación actual de los refugiados de Palestina, de la que hizo un bagaje.
Os facilitamos aquí parte del discurso:
Es un privilegio ver hoy la presencia de los Estados miembros de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que nos creó en virtud de la Resolución 302 (IV), de diciembre de 1949. Seis meses después, en mayo de 1950, estábamos entregando servicio a más de 700.000 refugiados de Palestina en nuestras cinco áreas de operación: Jordania, Líbano, Siria, Cisjordania y la Franja de Gaza. La mayoría de nosotros aún no habían nacido entonces.
Si me dieran 30 segundos para nombrar hitos de la historia humana desde 1950, ¿cuáles enumeraría? La Guerra de Corea y el inicio de la Guerra Fría, los levantamientos en Europa en la década de 1960 y en el mundo árabe en la década de 2010, el fin del colonialismo y el apartheid, el ascenso y la caída de las dictaduras en Europa, América Latina, Asia y África, la construcción y derribo del Muro de Berlín, la destrucción de las torres aquí en Nueva York, los genocidios en Camboya y Ruanda, los Juegos Olímpicos en 15 ciudades y Copas Mundiales de Fútbol en 17 países… A lo largo de todos estos eventos y décadas, los refugiados de Palestina han permanecido así, refugiados.
Por tanto, esto requiere un momento necesario de reflexión en tres frentes principales: en lo que significa ser un refugiado de Palestina hoy, en los logros de la Agencia y, por ser un recuerdo vivo, la falta de resolución de una crisis humana prolongada. Los refugiados de Palestina de hoy se enfrentan a una crisis existencial en muchos frentes. En Palestina, se llega a los 50 años de ocupación y ser un refugiado de Palestina en Gaza hoy significa ser víctima de un bloqueo que afecta en todos los aspectos de la vida: depender de la ayuda alimentaria y de ser educados y autosuficientes.
Ser un refugiado de Palestina en el campamento de Aida, cerca de Belén, significa vivir bajo el temor a las incursiones diarias y detenciones por parte del ejército israelí y la angustia por la denegación de acceso a las oportunidades.
Ser un refugiado de Palestina en Yarmouk hoy significa ser un residente atrapado por un asedio y la violencia despiadada, privados de acceso regular a agua, alimentos, electricidad y servicios básicos de salud. Cuando visité Yarmouk en marzo, se podía ver el sufrimiento y el hambre grabada en las caras de la gente.
Ser un refugiado de Palestina en Nahr el Bared, en el Líbano de hoy, significa tratar de hacer frente a la frustración de los que aún viven en refugios temporales miserables ocho años después de la destrucción del campamento.
Hablamos hoy de más de 5 millones de refugiados de Palestina registrados en la región. Eso equivale a la población de Noruega o Singapur. A veces se nos dice que UNRWA perpetúa el estado de condición de refugiado. La realidad es que un hijo de un refugiado afgano en Peshawar sigue siendo un refugiado 35 años más tarde. Su aislamiento, la exclusión y el despojo representan una bomba de relojería para la región, y una negación de la dignidad y de los derechos que debe ser abordada.
Desde que me uní a UNRWA hace poco más de un año, he encontrado profundamente impactante el desempeño de UNRWA en tiempos de crisis y emergencias. Durante el conflicto de 2014 en Gaza, refugiamos 300.000 personas desplazadas en 90 de nuestros edificios escolares. Proporcionamos ayuda para salvar vidas en circunstancias extremas de guerra, incluyendo el bombardeo de 7 escuelas de UNRWA que resultaron en 44 muertes y más de 200 heridos.
Durante la guerra en curso en Siria, seguimos proporcionando alivio esencial para cientos de miles de desplazados de Yarmouk y muchos otros campos. No se trata solo de las necesidades de supervivencia esenciales, sino también de educación y salud, donde se han establecido formas innovadoras de trabajo.
Igualmente significativo es algo que incluso nuestros socios más cercanos subestiman: el hecho de que, con su apoyo, UNRWA ha contribuido a una de las dinámicas más notables del desarrollo del capital humano en Oriente Medio. Nuestros estándares de salud y educación siguen estando entre las más altas de la región. 700 escuelas dirigidas por UNRWA con 22.000 trabajadores educando a 500.000 niños y niñas. Un logro asombroso. Esto es el equivalente a la ejecución de los servicios de educación de la ciudad de San Francisco, pero en zonas que sufren guerra, ocupación y bloqueo. Hay 131 clínicas gestionadas por UNRWA con 4.000 trabajadores de salud que dan un promedio anual de 3 millones de personas atendidas.
UNRWA ha invertido en el desarrollo de capacidades y oportunidades para los refugiados de Palestina, contra todos los pronósticos. Se ha creado un capital humano que en muchos países del mundo sería hoy la envidia, mientras que los palestinos envidian a muchos otros por no tener un estado independiente propio.