“Perder tu hogar es como perder la vida”
08.06.2018Desde 2008, la franja de Gaza ha experimentado tres grandes escaladas del conflicto armado que han provocado el desplazamiento interno de un número considerable de personas.
En 2014, el enclave costero fue testigo de las hostilidades más mortíferas desde el comienzo de la ocupación israelí en 1967. Además de los 1.460 civiles palestinos muertos, entre ellos 556 niños, unas 17.800 viviendas quedaron destruidas o gravemente dañadas, lo que provocó el desplazamiento interno temporal de unas 100.000 personas. Para cumplir con nuestro compromiso de proporcionar un nivel de vida decente a los refugiados y refugiadas de Palestina y mitigar los efectos de las situaciones de emergencia en sus vidas, proporcionamos a esas familias desplazadas subsidios de alquiler para que puedan tener una residencia temporal digna hasta que terminen la reconstrucción o reparación de sus hogares.
La casa de la familia de Ghassan Abu-Asser sufrió graves daños durante el conflicto de 2014, que ha dejado a él y a 17 miembros de su familia desplazados hasta la fecha. Ghassan, de 43 años de edad, y su familia vivían en Shejaya, al este de la ciudad de Gaza, cuando comenzó el conflicto de 2014. Al ser una de las zonas más afectadas por la ofensiva, la mayor parte del barrio de Shejaya quedó inhabitable. La casa de Ghassan sufrió graves daños; durante los últimos tres años y medio, él y su familia han vivido en una casa alquilada.
“Nunca olvidaré el día en que mi familia y yo tuvimos que dejar nuestra casa. La casa de nuestro vecino fue atacada y la nuestra gravemente afectada, así que tuvimos que huir para salvar nuestras vidas. En aquel entonces, pensamos que volveríamos después de unos días. No sabíamos que estaríamos desplazados durante más de tres años”, explica Ghassan con tristeza. “Durante el conflicto nos trasladamos de un refugio de UNRWA a otro, y cuando se cerró el último, empezamos a buscar un apartamento para alquilar. Fue muy duro para nosotros y para muchas familias que perdieron sus hogares”.
“Vivíamos en un edificio de dos plantas con más de ocho habitaciones”, recuerda Ghassan, “ahora vivimos en una casa de dos habitaciones. Perder la casa es como perder la vida”. Cada mes la familia recibe unos 250 dólares de subsidio de alquiler. “Durante los últimos tres años y medio, mi vida ha sido inestable y dura. Al final de cada mes, me siento agradecido por el apoyo que recibimos de UNRWA porque sin el subsidio de alquiler, nuestra vida habría sido insoportable. Sueño día y noche con poder reconstruir y volver a nuestra casa”, explica Ghassan.
Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), tres años y medio después del alto el fuego, más de 22.000 personas (4.162 familias) siguen desplazadas (hasta finales de febrero de 2018), muchas de ellas siguen viviendo en condiciones precarias con incertidumbre sobre su futuro inmediato.