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UNRWA España - Actualidad sobre los refugiados de Palestina - Mientras hablamos, la gente de Gaza está muriendo 

Mientras hablamos, la gente de Gaza está muriendo 

CONFERENCIA DE PRENSA DE PHILIPPE LAZZARINI, COMISIONADO GENERAL DE UNRWA

SEDE DE UNRWA

JERUSALÉN ESTE, 27 de octubre de 2023

Mientras hablamos, la gente de Gaza está muriendo. Mueren únicamente a causa de las bombas y los ataques. Pronto muchos más morirán por las consecuencias del asedio impuesto a la franja de Gaza.   

Los servicios básicos se están desmoronando.   

Los medicamentos se están agotando.   

La comida y el agua se están agotando.  

Las calles de Gaza han empezado a rebosar de aguas residuales.    

Los riesgos de enfermedades se ciernen sobre Gaza y está al borde de convertirse en un grave peligro sanitario. 

Hace unos días advertí de que no podríamos continuar nuestras operaciones humanitarias si no conseguíamos suministro de combustible.  

Mi advertencia sigue en pie.   

En los últimos días, UNRWA ha limitado drásticamente su consumo de combustible.   

Esto ha tenido un coste. Nuestro equipo tuvo que tomar decisiones difíciles que ningún trabajador humanitario debería tomar.  

¿Qué necesita más apoyo? ¿Las panaderías? ¿Máquinas de soporte vital en los hospitales? ¿Las plantas de agua? Todas necesitan combustible para funcionar.  

El asedio significa que los alimentos, el agua y el combustible -productos básicos- se están utilizando para castigar colectivamente a más de 2 millones de personas, entre ellas, una mayoría de niños y mujeres.   

Ha habido intensas negociaciones e interminable diplomacia itinerante para abrir una línea de suministro humanitario.   

Hasta ahora, sólo se ha conseguido un puñado de convoyes de ayuda.  

Esto no revertirá el hecho de que Gaza está siendo estrangulada.  

La población de Gaza se siente marginada, alienada y abandonada.   

Durante la semana pasada, seguí de cerca la atención prestada al número de camiones que entraban en Gaza. Muchos de nosotros vimos en estos camiones un rayo de esperanza.   

Sin embargo, esto se está convirtiendo en una distracción; estos pocos camiones no son más que migajas que no supondrán ninguna diferencia para 2 millones de personas. 

Debemos evitar transmitir el mensaje de que unos pocos camiones al día significan que se ha levantado el bloqueo a la ayuda humanitaria. No es así. El sistema actual está abocado al fracaso.   

Lo que se necesita es un flujo de ayuda significativo e ininterrumpido. Para tener éxito, necesitamos un alto el fuego humanitario que garantice que esta ayuda llega a quienes la necesitan. No es pedir demasiado.   

La población civil ya ha pagado un precio asombroso: más de un millón de personas desplazadas, barrios enteros arrasados, miles de muertos y miles de heridos sin apenas acceso a hospitales. Bajo nuestra vigilancia.  

Cada día se está convirtiendo en un día triste para las Naciones Unidas y para UNRWA a medida que aumenta el número de nuestros compañeros asesinados.   

Hoy, al menos 57 de mis compañeros han sido asesinados. En un día, recibimos confirmación de que 15 han sido asesinados.   

Son madres y padres. Personas maravillosas que han dedicado sus vidas a sus comunidades. Si no estuvieran en Gaza, podrían haber sido tus vecinos. Un colega murió cuando iba a recoger pan a una panadería. Dejó seis hijos.  

Mientras tanto, tenemos miles de compañeros de UNRWA que, a pesar de compartir la misma pérdida, miedo y lucha diaria de millones de gazatíes, se ponen su chaleco de la ONU y van a trabajar.   

Son nuestros verdaderos héroes. Nuestros equipos también son los que van a las fronteras a altas horas de la noche, una vez finalizados los trámites de autorización y aprobación de los convoyes. Transportan las cajas y descargan los camiones en la oscuridad, bajo un cielo lleno de ataques aéreos y bombardeos.   

Mis compañeros de Gaza son el rostro de la humanidad en una de sus horas más oscuras.   

Absorben la ansiedad y la rabia de los desplazados en los refugios de UNRWA. Mis compañeros de UNRWA están aguantando la presión a medida que el enfado, el hambre y la frustación crecen, comprensiblemente, entre las comunidades. 

Llevamos casi tres semanas de guerra, y la gente está volcando su desesperación en UNRWA. Esto es normal. Somos la cara de la comunidad internacional, la misma comunidad internacional que parece haber dado la espalda a los gazatíes.  

Me duele que la ayuda humanitaria, un derecho muy básico para las personas, se cuestione constantemente mientras que, al mismo tiempo, la desesperación se retransmite en directo bajo nuestra mirada.  

Mis compañeros en Gaza informan de que los últimos servicios públicos que quedaban están colapsando, nuestra operación de ayuda se está desmoronando y, por primera vez en la historia, informan de que la gente ahora tiene hambre. El orden civil se derrumba y la ira empieza a canalizarse hacia ellos. ¿Cuánto tiempo podremos aguantar? No más de unos días. 

Muchos argumentan que la ayuda no puede entrar debido a que se desvía. Permítanme ser claro. Tenemos sólidos mecanismos de control. UNRWA es un proveedor directo de ayuda a las personas necesitadas.  Todos nuestros proveedores y socios son verificados en la lista de sanciones. Damos ayuda a los que más la necesitan. Nuestros convoyes y sus rutas son notificados y coordinados. UNRWA no desvía ni desviará ninguna ayuda humanitaria a las manos equivocadas.   

Por último, han escuchado nuestros repetidos llamamientos para que las reglas de la guerra se apliquen también a esta guerra.   

Esto significa aplicar el derecho internacional humanitario, incluido el principio de proporcionalidad y distinción. Hay que preservar a los civiles: hospitales, escuelas, instalaciones de la ONU que acogen a cientos de miles de desplazados en busca de seguridad.   

Para ello, tenemos que ver el rostro humano de los civiles gazatíes. Equiparar Gaza con Hamás es MUY peligroso y engañoso. Es una ecuación dirigida a deshumanizar a la gente, dirigida a hacer justificable lo injustificable. Mantener nuestra humanidad significa mostrar que la gente de Gaza merece nuestra empatía y nuestra compasión.  

Nadie puede afirmar que “no lo sabía”, ya que las imágenes, las grabaciones y las voces de un sufrimiento indescriptible siguen saliendo cada hora de Gaza.   

No podemos seguir haciendo la vista gorda ante esta tragedia humana. Millones de personas se preguntan, especialmente en esta región, más aún en Gaza: “¿Por qué el mundo no quiere actuar y poner fin a este infierno en la tierra?”. 

Merecen una respuesta. Retrasarla ahondará la polarización en la región y aumentará el riesgo de desbordamiento regional.  

Por último, como Comisionado General, tengo la intención de visitar Gaza, para expresar mi solidaridad y amplificar la voz de las comunidades y de nuestro personal. Gaza es donde yo estaba cuando empecé mi carrera humanitaria hace más de 30 años. Es donde tengo que estar hoy. 

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