Los efectos de la explosión en Beirut aún resuenan un año después

Un año después, las consecuencias devastadoras de la explosión en el puerto de Beirut se siguen sintiendo en Líbano. La tragedia intensificó el sufrimiento en el país, que ya se tambaleaba por los disturbios civiles, las dificultades económicas y financieras, el aumento de la pobreza y el desempleo, agravados por el estancamiento político y el aumento del número de casos de COVID-19.

Tras un año, la situación de las personas de a pie en Líbano empeora día a día. En la actualidad, la ONU calcula que más de un millón de personas en Líbano (de una población de casi ocho millones, incluidos más de dos millones de refugiados, refugiadas e inmigrantes) necesitan ayuda de emergencia para cubrir sus necesidades básicas, incluido el acceso a alimentos, salud, educación y agua. Además, nueve de cada diez personas refugiadas viven en situación de extrema pobreza, lo que supone un aumento del 55% respecto a sólo un año antes.

Líbano, que no hace mucho era un país de renta media alta, se enfrenta ahora a la que probablemente sea la peor crisis financiera y económica de su historia moderna. Más de la mitad de su población vive en la pobreza.

La población refugiada de Palestina en el país que ya se encontraba entre la más vulnerable del país antes de la explosión, y que dependían en gran medida de UNRWA para cubrir sus necesidades básicas, se encuentran en una situación crítica. Para las personas refugiadas de Palestina de Líbano y las provenientes de Siria en el país, los servicios de salud y la ayuda en efectivo de UNRWA son vitales, ya que les permite acceder a alimentos y otras necesidades básicas esenciales.