“La última vez que fui a la escuela, estaba en tercer grado. Tenía un hogar, una escuela y amigos”
04.09.2025660.000 niños y niñas de Gaza no volverán a la escuela
La vuelta al cole es un momento lleno de nervios, de ilusión y de expectativas para los niños y niñas. También debería ser así en Gaza, pero allí, la brutal ofensiva israelí ha dejado el sistema educativo en ruinas y a 660.000 menores sin escolarizar por tercer año consecutivo.
Antes, las escuelas de UNRWA eran lugares donde los estudiantes refugiados de Palestina de Gaza iban a aprender y a divertirse. Eran lugares llenos de paz y donde los maestros y maestras de la Agencia les enseñaban y les apoyaban para conseguir un futuro mejor y lleno de esperanzas.
Desde el 7 de octubre de 2023, los bombardeos israelíes han destruido o dañado la mayoría de las instalaciones educativas de la Franja, así como los sueños de los niños y niñas.
Las escuelas de UNRWA se han convertido en refugios, donde se encuentran decenas de miles de personas desplazadas. Ya no hay clases, ya no hay actividades recreativas en los patios, ahora hay terror, traumas y hacinamiento. La esperanza ha dejado paso a la desesperanza y las risas se han convertido en llantos.
Además, no podemos pasar por alto que la falta de escolarización para los menores en la Franja tendrá graves consecuencias a largo plazo. Cuanto más tiempo permanezcan sin acceso al aprendizaje y con su trauma, mayor será el riesgo de que se conviertan en una generación perdida. Para ellos, la educación era una vía para tener esperanza y conseguir un futuro mejor. Ahora, están desesperados y se preguntan cuándo podrán volver a aprender.
“La última vez que fui a la escuela, estaba en tercer grado. Tenía un hogar, una escuela y amigos. Ahora, estoy en quinto; perdí mi hogar, mi escuela y todo, pero no perderé el conocimiento, porque me encanta estudiar”, cuenta Leen, una estudiante de UNRWA en Gaza.

Los niños y niñas desplazados echan de menos sus clases y a sus profesoras y profesores. Antes corrían por los pasillos con sus libros y sus mochilas, pero ahora sobreviven en espacios muy reducidos y tratando de conseguir agua o alimentos.
Nuestros equipos tratan de aliviar su sufrimiento con actividades recreativas, que les hagan escapar por un rato del infierno al que se enfrentan y para rebajar su ansiedad y estrés. A pesar de los desafíos, los profesionales de UNRWA siguen trabajando por sacarles una sonrisa, aunque sea por un momento.
El alto el fuego es la única vía para revertir esta situación. La educación es un derecho fundamental y los niños y niñas de Gaza necesitan tener paz y volver a estudiar.