La llegada de una nueva vida en tiempos de conflicto

El llanto de un niño irrumpió en una pequeña habitación del campamento de refugiados de Khan Eshieh, al sur de Damasco. Su madre, Mayada Yahya, acababa de dar a luz. Los padres del pequeño habían llegado meses atrás al campamento buscando refugio de los combates en Daraya, donde vivían. Junto a ellos, otras 15 personas se encontraban en la habitación en el momento del parto. Mayada no pudo disfrutar de cierta intimidad ni siquiera en este momento.

Fadia, una matrona de un centro de salud de UNRWA, asistió el parto. “Recibí una llamada después de medianoche pidiendo ayuda para una asistir un parto a domicilio. Cuando examiné a Mayada, me di cuenta de que se trataba de un embarazo de riesgo debido a su pelvis estrecha. Tenía que ir rápidamente a un hospital”.

Una improvisada sala de partos

Pero los combates en las inmediaciones del campamento impidieron que la pareja pudiera llegar al hospital más cercano. “De repente, me encontré a cargo de una sala de maternidad improvisada”, explica Fadia.

Mientras la matrona preparaba la sala para la llegada del bebé, se produjo un corte de luz y Fadia tuvo que improvisar la atención del parto con la tenue luz de una lámpara de queroseno, que al mismo tiempo daba algo de calor a la habitación. Pero pronto el queroseno también se agotó y la luz de una vela era la única que iluminaba la habitación.

“Me vi obligada a examinarla a la luz vacilante vela”, dice Fadia. “Las condiciones eran extremadamente complicadas”.”Nos faltaba equipo y medicinas. Mayada estaba dando a luz en una pequeña habitación sin apenas luz”.Pero pronto se oyó: “¡Es un niño!”.

A pesar de los obstáculos, Fadia empleó todas sus habilidades para ayudar a Mayada y el bebé nació durante la madrugada. La matrona puso todo su empeño en cuidar a la madre y al bebé.

Mayada y su marido decidieron llamar a su hijo Muhajer, cuyo significado es migrantes. Eligieron este nombre en referencia a su condición de desplazados que viven en los campamentos de refugiados. El bebé llevó algo de esperanza a los refugiados acogidos en la habitación.

Una fuente de esperanza

“A pesar de los desafíos que estamos atravesando, Muhajer lleva toda la esperanza del mundo en su sonrisa”, dice el marido de Mayada. “Nuestro hijo representa el amor que fomenta la esperanza en nuestras vidas”, añade.

Desde el nacimiento, la matrona ha ayudado a Mayada a cuidar de su bebé, dándole consejos sobre la alimentación y el cuidado del bebé. La madre le está muy agradecida: “Me sentí segura [durante el parto] porque Fadia mostraba una gran confianza y control. Hizo un trabajo increíble”.

Fadia es uno de los miles de dedicados trabajadores de UNRWA en Siria que han ido mucho más allá de sus obligaciones a la hora de llevar a cabo su misión humanitaria de ayuda a los refugiados.

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