Esperanza en el horizonte: educación de calidad para los niños y niñas refugiadas de Palestina en Siria
16.10.2018Zahra camina entre los pupitres mientras treinta niños y niñas le siguen con una mirada de admiración. La profesora se inclina sobre una de las mesas para corregir un cuaderno, después avanza hasta la otra punta de la clase para contestar una duda. Como sus estudiantes, Zahra está un poco nerviosa pero, a la vez, emocionada. También es su primer día de clase.
Incorporarse al equipo docente de la escuela UNRWA del campamento de refugiados de Yarmouk en Qabr Essit fue para Zahra como regresar a casa. Ella estudió en ls misma escuela hace unos años. “Esta fue mi clase cuando iba a primero”, sonríe. “Cuando volví, miles de recuerdos vinieron mi mente”.
Aunque la esencia de la escuela se mantiene intacta, el edificio ha cambiado desde entonces. La escuela de Yarmouk es una de las dos escuelas dañadas durante la guerra de Siria. En 2015, un coche bomba explotó en las proximidades del centro y redujo el edificio a escombros. Fue reconstruida y rehabilitada por UNRWA en 2016.
Zahra también sufrió las consecuencias del conflicto. Con solo 25 años es viuda. Su marido murió cinco meses después de casarse. En ese tiempo, Zahra todavía estudiaba y su futuro se ennegreció. “Después de un año sin hacer nada me di cuenta que tenía que sacar fuerzas para continuar con mi vida”, reconoce. Mientras el conflicto en Siria continúa teniendo consecuencias sobre las operaciones de la Agencia en terreno, con más de la mitad de las escuelas de UNRWA en el país paralizadas a causa de los daños que han sufrido, en la actualidad 99 escuelas están operativas en el país. Se incluyen 48 escuelas gubernamentales que están disponibles para los estudiantes de UNRWA por las tardes, tres locales alquilados y un edificio donado al que acuden 48,000 niños y niñas refugiadas de Palestina.
Los estudiantes de primer grado de las escuelas UNRWA reciben una educación de calidad. Aunque el 60% de los refugiados y refugiadas de Palestina en Siria han sido desplazados al menos una vez (lo que significa que muchos estudiantes han tenido que cambiar de escuela y abandonar su hogar), el alumnado de UNRWA ha demostrado una capacidad de recuperación ante los traumas incalculable. Estos niños y niñas regresan cada día a sus pupitres y miran hacia el futuro. El año pasado, Aya Abbas, una estudiante de UNRWA que fue desplazada de Yarmouk, obtuvo las calificaciones más altas de Siria en los exámenes del 9° grado. Ella fue solo una de las más de 4.000 estudiantes de UNRWA que se presentaron a los exámenes de noveno grado, con una tasa de aprobados del 81,79 por ciento.
Ir a la escuela es una forma de mantener la esperanza para todos los estudiantes, algo vital en una región tan volátil como el Medio Oriente. Las escuelas UNRWA ofrecen estabilidad y son un baluarte contra el extremismo violento. Zahra reflexiona sobre su trabajo y afirma que la enseñanza le dio un propósito. “La educación te enseña cómo tratar a los demás y cómo construir tu futuro”, dice, “Fue la mejor decisión que he tomado: terminar mis estudios”.