“En nuestro camino a través de Gaza, hemos visto que los daños están por todas partes”
04.01.2024Ningún lugar es seguro en Gaza. Tras la orden de desalojo de Israel para el norte de la Franja, 1,9 millones de personas se han desplazado hacia el sur, pero la realidad es que las personas allí tampoco encuentran seguridad.
La población ha tenido que huir entre bombardeos, con lo puesto y dejando todo atrás, sin saber muy bien a dónde huir. Muchas familias se han desplazado con niños, niñas, personas mayores y personas con discapacidad.
“Las fuerzas israelíes bombardearon intensamente Jabalia y bombardearon nuestra casa mientras estábamos dentro. Todo nuestro vecindario había huido. Los soldados israelíes cerca de Netzarim dispararon a nuestro alrededor mientras caminábamos y arrestaron a algunas personas”, explica una de las personas desplazadas al sur de Gaza.
Las escenas de violencia durante el desplazamiento se han repetido y han aumentado el dolor y el trauma de quienes las han presenciado. “Las fuerzas israelíes nos detuvieron por un tiempo y una mujer se desmayó allí. Incluso arrestaron a una mujer y le pidieron que dejara a sus hijos solos”, cuenta un desplazado. “En nuestro camino a través de Gaza, hemos visto que los daños están por todas partes, en cada paso del camino hay algo destruido”, asegura una mujer desplazada.
Muchas personas llegan desesperadas a pedir refugio a instalaciones de UNRWA, pero lamentablemente nuestros edificios tampoco están a salvo. “Estaba en una escuela de UNRWA que fue bombardeada esta mañana junto a una escuela cercana. Mucha gente fue asesinada”, explica una mujer desplazada en la Franja.
Desde el 7 de octubre, un total de 212 incidentes han afectado a nuestras instalaciones. UNRWA estima que 315 personas que se refugiaban en nuestras escuelas han sido asesinadas y 1.148 han resultado heridas.
En las últimas semanas el frío y la lluvia son un nuevo riesgo para la población que se desplaza. Debido a la grave masificación, el personal de UNRWA en nuestros refugios cada vez tiene más complicado acoger a nuevos desplazados. Muchas familias terminan durmiendo a la intemperie y otras muchas viven en precarias tiendas de campaña, que no están preparadas para aislar de las bajas temperaturas.