UNRWA apoya el acceso a la educación de los niños y niñas refugiados en Cisjordania

Anas Hajajleh, un niño de 11 años, comenzará 5º de primaria en septiembre en unas de las escuelas que UNRWA coordina en Cisjordania. Se le dibuja una sonrisa en la cara solo con pensar que verá a sus amigos y profesores de nuevo, y que podrá estudiar las asignaturas que le gustan.  Cuando sea mayor quiere convertirse en médico. El trayecto hasta la escuela, que solía llevarle cinco minutos, este año se ha convertido en un camino de una hora. Aunque este no será el único inconveniente que se encontrará en su vuelta al cole.

El poblado de Anas se llama Al Walaja y está rodeado por el Muro, convirtiéndolo en un enclave palestino en el área del asentamiento de Gush Etzion. Su conexión con Belén y a Beit Jala es únicamente a través de un túnel. El hogar de la familia está igualmente rodeado por el Muro, de hecho muy pronto su único acceso al poblado será a través de un portón electrónico controlado por los israelíes que se encuentra en un túnel debajo de la Barrera.

“Hecho de menos la escuela, a mis amigos y mis maestros”, dice Anas. Aunque se preocupa constantemente por no llegar tarde a clase no es sencillo ya que su escuela se encuentra al otro lado del Muro. Incluso antes de que empiece el curso, Anas está anticipando las dificultades y retrasos en el trayecto diario a la escuela y teme su impacto en su asistencia.

El Muro no solo ha cambiado la rutina diaria de este joven refugiado de Palestina en su camino a la escuela, también ha aumentado el aislamiento social y psicológico de toda su familia. “No podemos quedar con nuestros amigos o jugar tranquilamente con ellos” por todo lo que implica las exigencias de seguridad dice Anas, al resaltar que su familia tiene que informar a las autoridades israelíes 12 horas antes de cualquier visita de amigos o familiares y esperar por su aprobación; igualmente ningún visitante de la familia Hajajleh puede pasar la noche en su casa bajo ninguna circunstancia.

“La educación de nuestros hijos, una prioridad” 

El padre de Anas, Omar, comenta: “Nos sentimos constantemente aislados por el Muro y el portón electrónico. Algunas veces sentimos que nuestros hijos no tienen ninguna esperanza. Ellos no muestran ningún optimismo, nos preocupa que estén deprimidos”.

El señor Hajajleh ansia el inicio del nuevo curso a pesar de tener una mezcla de preocupación y firmeza por ir observando como todos estos años el Muro ha ido rodeando lentamente su hogar y a su familia. “No importa cuáles sean los retos a los que enfrentemos y que vendrán, la educación de nuestros hijas e hijos seguirá siendo nuestra prioridad. Como personas refugiadas, la educación es la mejor inversión que podemos hacer para nuestras hijas e hijos.

Como Omar Hajajleh, UNWRA cree que la educación es una de las inversiones más importantes que las personas y las comunidades pueden hacer para si mismas. Durante épocas de emergencias UNWRA se compromete a apoyar las metas educativas de las personas refugiadas de Palestina, ayudándoles a construir puentes hacia su futuro para si mismos y su descendencia.