“El papel del programa de salud de UNRWA fue fundamental durante la pandemia para proteger a la comunidad”
14.06.2022Como resultado de 15 años de bloqueo de Gaza, el sistema de salud pública de la Franja lleva sufriendo una grave escasez de recursos, herramientas y capacidad mucho tiempo. La llegada del coronavirus solo empeoró la situación. Personas como la doctora Wafa Amasi fueron clave en unos meses de total incertidumbre y colapso sanitario.
“¡Estoy muy orgullosa de formar parte del programa de salud de UNRWA y de tener un papel en la prestación de servicios sanitarios primarios a los refugiados y refugiadas de Palestina!”.
Así de entusiasta se presenta Wafa Amasi, una médica refugiada de Palestina que trabaja en el centro de salud de UNRWA de Nuseirat, Gaza. Los últimos 15 años los ha dedicado al apoyo sanitario a la población refugiada, incluso durante la pandemia de COVID-19.
La doctora recuerda el terror que recorría las calles de los habitantes de Gaza por la propagación global y local del virus. “La incertidumbre se extendió por Gaza cuando el Ministerio de Salud informó del primer caso de COVID-19. El papel del programa de salud de UNRWA fue fundamental para proteger a la comunidad, reducir las posibilidades de infección y proteger a su propio personal sanitario”.
“Trabajé en la unidad respiratoria, donde descubrí muchos casos de coronavirus en etapa temprana. Primero, concienciamos sobre las medidas de protección y la importancia de la cuarentena. Luego, según los síntomas del paciente, proporcionamos medicamentos o indicamos derivaciones a hospitales gubernamentales”, afirma la doctora.
Como madre de cinco hijos, Wafa sufrió un trauma emocional por su trabajo durante la pandemia ante la posibilidad de exponer a sus hijos al virus. “Fui muy cautelosa, sobre todo porque tenía contacto directo con pacientes infectados a diario. En el centro de salud siempre había equipos de protección personal disponibles”.
El coronavirus dejó en evidencia lo necesario que es refugiarse en un hogar, disponer de agua potable o tener un sistema sanitario fuerte. El COVID19 no entiende de fronteras, etnias o religiones, pero no todo el mundo se pudo enfrentar a él de la misma manera.
Los refugiados y refugiadas de Palestina se enfrentaron a una pandemia en campamentos de refugiados hacinados como en Líbano o Jordania donde la distancia social era un lujo, sin agua potable en Gaza para lavarse las manos, con falta de infraestructura médica en Siria a causa de nueve años en guerra y en Gaza por el bloqueo y con la falta de libertad de movimiento para poder acceder a ciertos servicios en Cisjordania.