Alfabetización para adultos, la segunda oportunidad que cambia vidas

Rima iba a la escuela cuando era pequeña pero no le gustaba estudiar. Nunca aprendió a leer o a escribir. El analfabetismo nunca supuso un gran problema en su vida hasta que hace tres años su padre falleció y necesitó un trabajo para sobrevivir. “Iba de puerta en puerta y rogaba que me atendiesen, pero todos me decían que sin leer ni escribir no era útil”, nos explica en su casa en Homs (Siria). Rima decidió cambiar el rumbo de su vida y lo apostó todo por la educación”.




Cuando Rima conoció el Centro Comunitario UNRWA y sus cursos de alfabetización para adultos, supo que era la oportunidad que estaba esperando. “No fue fácil”, admite Rima. Al comienzo del curso, no encontraba un lugar tranquilo para estudiar en el pequeño apartamento que comparte con su madre y sus dos hermanos. Hacía pocos meses que habían abandonado su verdadero hogar en Homs a causa del conflicto. El inmenso esfuerzo que hizo Rima para terminar el curso es invalorable y, como recompensa, decidió hacerse un regalo a sí misma: un Smartphone. “¡Podía leer las instrucciones!”, dice emocionada. “Lo uso para escribir mensajes en Whatsapp y Facebook.”




Además de las ventajas prácticas que Rima obtuvo de la formación, un mundo literario se abrió ante sus ojos. Durante el curso, su historia favorita fue la de Khawlah bint al-Azwa, una famosa guerrera árabe. “Me sentí tan feliz al leer esta historia… Ella era un ejemplo de cómo enfrentarse a las dificultades”.




Nos enseña su escritorio, repleto de libros para al examen de 3er grado. Rima compagina la preparación al examen con un curso de peluquería. Su próxima meta es aprender un nuevo idioma: “Me gustaría empezar inglés”.




Actualmente hay 150 personas voluntarias colaborando con el Centro Comunitario de UNRWA y trabajando con 5.000 alumnos y alumnas que tienen acceso a una gran variedad de cursos.




Como muchas personas de su generación, Zahir, de 18 años, abandonó el colegio cuando tuvo que desplazarse con su familia tras el conflicto. “Iba a sexto grado cuando nuestro hogar en Homs se destrozó, y con él mi certificado escolar. Sin este papel no podía acceder a ninguna otra escuela”. Durante el conflicto, el taller de muebles de su padre también desapareció. Era la principal fuente de ingresos de la familia. Zahir aceptó de inmediato un trabajo colgando ropa de segunda mano al tiempo que soñaba con volver a la escuela. “Cuando veía a niños con sus mochilas, camino al colegio, sentía mucha envidia”, recuerda.




El año pasado, Zahir también se unió a los cursos del Centro UNRWA. Con una gran fuerza de voluntad, se levantaba todas las mañanas muy temprano para ir a clase y estudiar. El resto del día trabajaba para ganar ingresos. “Fue un reto, pero quería estar activo”, dice Zahir. “Ahora mi sueño es devolverle su taller a mi padre. Además. ahora que sé escribir y leer, podré ayudarle con el negocio y las ventas”.




Zahir continúa estudiando, y algún día irá a la universidad para ser profesor. “Seré quien motive a los alumnos para que tengan un futuro digno. Leer las señales de la calle, los nombres de los doctores en las consultas, las cartas en los restaurantes… ¡Es un sentimiento maravilloso!”.