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Hazte Socio Haz tu donativo Con las refugiadas y los refugiados de Palestina

Eres la tierra que caminas: las mujeres gazatíes luchan desde el amor a su tierra contra el desempleo

Amjad Shabat

  • Según Naciones Unidas, las mujeres rurales representan una cuarta parte de la población mundial, labran la tierra y plantan las semillas que alimentan naciones enteras.
  • Como parte de su política de asedio, Israel niega el comercio de insecticidas y fertilizantes con Gaza; los cortes constantes de electricidad, la falta de combustible y de agua dulce para regar tampoco ayudan.
  • Las manos de Ronda Alzaneen hablan del compromiso que tiene con su arduo trabajo. Las tiene arrugadas, ásperas y ágiles que le ayudan a colocarse el vestido tradicional con el que entra en su invernadero. Con 57 años, esta refugiada de Palestina residente de la aldea de Beit Hanoun, en Gaza, ha desafiado al bloqueo israelí y al desempleo. Se ha convertido en la principal proveedora de alimentos de su familia formada por 35 miembros.  

    Según Naciones Unidas, las mujeres rurales representan una cuarta parte de la población mundial. Labran la tierra y plantan las semillas que alimentan naciones enteras. Garantizan la seguridad alimentaria de sus poblaciones y ayudan a preparar a sus comunidades frente al cambio climático. Las mujeres rurales son la clave para un mundo sin hambre ni pobreza. 

    Hace cuatro años, Ronda solicitó a una organización agrícola local la posibilidad de hacerse con un invernadero. Mirando su expediente descubrieron que ninguno de los hombres de la familia podía acceder a un puesto de trabajo, por lo que le otorgaron uno de plástico de 150 metros donde cultiva durante todo el año hortalizas como tomates, berenjenas y chiles, entre otros.  

    El día de Ronda empieza muy temprano. Se levanta a las 4 de la mañana para ir al invernadero con sus hijos a recoger verduras para posteriormente venderlas en el mercado del campamento de refugiados y refugiadas de Jabalia. A las 11 de la mañana regresa a casa para preparar la comida para su familia y luego vuelve a cuidar de sus plantas hasta la puesta de sol. El trabajo en el campo es duro y agotador, pero Ronda lo afronta con mucha alegría y satisfacción.  

    “Trabajo desde muy temprano por la mañana, hasta muy tarde por la noche. Vengo de una familia campesina. Mi padre y mi madre también cultivaban la tierra”, comenta orgullosa de sus raíces y de haber tomado el modelo de vida de su familia como un ejemplo a seguir. Su tierra le permite no solo generar ingresos sino alimentar y abastecer de lo más básico a toda su familia, algo por lo que se siente muy agradecida en un contexto en el que, a pesar de los títulos universitarios de sus hijos e hijas, ninguno de ellos ha podido encontrar un trabajo estable.  

    A principios de año, el Centro de Estadísticas de Palestina, publicaba un informe indicando que el 44% de la población joven de Gaza está desempleada. Una cifra que se dispara al 60% en el caso de las mujeres. Según la organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, si las mujeres tuvieran el mismo acceso que los hombres a los recursos, la producción agrícola en los países en desarrollo aumentaría entre 2,5 y 4% y el número de personas desnutridas en el mundo disminuiría aproximadamente entre un 12% y un 17%. 

    La dureza del trabajo agrícola no viene aislada, se le suman las difíciles condiciones en que desarrollan su labor los agricultores y agricultoras bajo bloqueo israelí. Estamos hablando de uno de los sectores más afectados de Gaza. Como parte de su política de asedio, Israel niega el comercio de insecticidas y fertilizantes con el enclave. Los cortes constantes de electricidad, la falta de combustible y de agua dulce para regar tampoco ayudan. “A veces las plantas se secan o mueren por la falta de insecticidas o fertilizantes. Aun así, quiero plantar árboles como limoneros y naranjos. Son rentables y requieren menos esfuerzo”. 

    Los negocios rurales son otros de los damnificados por las cada vez más recurrentes escaladas de violencia que asolan el enclave. Algunas emprendedoras tomaron la decisión de volver a la tierra pocos meses antes de la última ofensiva, por lo que les ha sido imposible obtener los resultados esperados. Los ataques aéreos israelíes arrasaron no solo con los hogares, sino también con los pequeños terrenos dejando sin medios de vida a sus propietarias. 

    En junio, arrastrando la tristeza y el impacto psicológico de una nueva guerra, las agricultoras en Gaza regresaron a sus labores en el campo. Las damnificadas por las bombas empezando de cero. De nuevo.  

    Así es la vida en Gaza, la reconstrucción constante.  

    ¿Quieres saber más sobre la situación de las mujeres en la franja de Gaza? Descarga nuestro informe '¿Cómo resisten?'

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