Un poco de normalidad para los niños desplazados de Siria

Maya Mousa, una chica de 13 años, es una de las miles de niñas y niños refugiados de Palestina que se han convertido en desplazados junto a sus familias como consecuencia del conflicto que se libra en Siria desde hace más de dos años. En julio 2012, Maya huyó de al-Hajar al-Aswad (un poblado en Siri) para establecerse junto a su familia, formada por diez personas, en una pequeña casa del campamento de refugiados de Palestina Bourj al-Barajneh, en Líbano.

Recuperando una sensación de normalidad

Con voz baja y mirada tierna, Maya relata los acontecimientos que presenció durante el año pasado. “Cuando llegamos aquí, tenía tanntas secuelas psicológicas que tuve que ver a un terapeuta”, dice “pero cuando me matriculé en la escuela me sentí mucho mejor”. Según pasa las páginas de su diario para leernos una de sus historias, Maya expresa por pasión por la escritura. “Me puedo expresar a través de la escritura, y mi profesor me ayuda en escoger los temas”.

En su diario, Maya escribe sobre todas las cosas que presenció en Siria, la destrucción, el caos, el dolor. “La casa de nuestro vecino fue derribada delante de nosotros. Estaba aterrada. Pero ahora entre mis amigos y profesores, me siento muy segura.

Como muchas otras familias de refugiados de Palestina llegadas desde Siria, la familia de Maya sufre dificultades económicas. Su padre, que era comerciante en Siria, ahora trabaja como ayudante en una panadería local. La familia difícilmente puede costear los gastos de la escuela de Maya.

La pequeña es una de los centenares de niñas y niños refugiados de Palestina desplazados de Siria que han recibido material escolar y ropa nueva de UNICEF. “El material escolar y los vales que nos dio UNICEF nos han ayudado mucho”, explica.

“Yo sueño con ser astronauta, con ser escritora… pero cuando regresemos a nuestra casa en Siria”, contesta Maya cuando le preguntan sobre sus sueños en el futuro.

“Ahora tengo cuadernos y ropa de verano”

“Mi nombre es Ahmad y saco las mejores notas de mi clase”. Así se presenta Ahmad Qablawi, un niño de 12 años. Ahmad vive junto a los otros nueve miembros de su familia en una casa de dos habitaciones a las afueras del campamento de Bourj al-Barajneh.

Con la entrada de refugiados, encontrar una vivienda asequible se ha convertido en algo casi imposible. La familia paga 300 dólares mensuales (229,20 euros).

Cuando Ahmad llegó con su familia a Líbano en noviembre 2012, su madre era reticente a matricularlo en la escuela porque temía que no se adaptase fácilmente al tratarse de un país en el que no había estado nunca. Cuando finalmente fue matriculado en una escuela de UNRWA, la madre de Ahmad se encontró con la dificultad de financiar los materiales escolares y la ropa de verano.

El padre de Ahmad, que todavía trabaja en Siria, arriesga su vida para viajar a Líbano una vez al mes para proveer a su familia con el dinero que emplean para cubrir sus gastos mensuales, y que apenas alcanza para cubrir los gastos de alquiler.

“Gracias al apoyo de UNICEF, tengo material escolar y ropa de verano. Ya no me veo obligado a abandonar la escuela”, asegura Ahmad.

Mochilas, ropa para estudiantes desplazados de Siria

La semana pasada, UNICEF proporcionó uniformes, mochilas y vales para ropa a cerca de 3.400 niñas y niñas refugiados de Palestina en Siria que ahora continúan su educación en escuelas UNWRA en Líbano.

UNICEF también ha donado vacunas, medicinas, instrumentos médicos, artículos de higiene y kits de materiales para el regreso a clase para las niñas y niños refugiados de Palestina de Siria.

UNICEF es uno de los socios más grandes de UNWRA en materia de educación y salud para la infancia en Líbano, ha contribuido con un total de 1.033.280 de dólares (789.425,92€) desde 2011 al programa regular de UNWRA, en su mayoría para apoyar actividades relacionadas con el aprendizaje.