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UNRWA España - Actualidad sobre los refugiados de Palestina - Un año de la ofensiva en Gaza: “No podía creer que estuviera vivo” 

Un año de la ofensiva en Gaza: “No podía creer que estuviera vivo” 

Como todos los años, alrededor del final del mes de Ramadán, los hombres en Gaza acuden en masa a las barberías de sus vecindarios para prepararse para la siguiente fiesta: el Eid al-Fitr. En mayo de 2021 no fue diferente. Muawiyya Wahidi se dirigía a abrir su barbería, a pesar de la violencia que ya había comenzado en Gaza. Sería una decisión que cambiaría su vida para siempre. 

“A pesar del inicio del conflicto, fui a mi negocio pensando que el conflicto terminaría, o al menos se reduciría y que los hombres irían a la peluquería como todos los años para el Eid”, recuerda. “Fue un día tranquilo y normal, o eso pensé. Todo se derrumbó en el momento en que bombardearon un automóvil al lado de mi tienda, matando al menos a cinco civiles”.

Resulta que ese día fue el primero de una ronda de hostilidades que duró 11 días en Gaza, la más grave desde 2014 y que finalmente le costaría la vida a 261 palestinos y palestinas.


“Mi vecino, que trabajaba como sastre, estaba parado en la puerta de su tienda en el momento del bombardeo. Su primo, que estaba de pie junto a él, fue asesinado de inmediato. Mi vecino aún respiraba, así que lo aparté del humo y lo llevé a una farmacia a esperar a que llegara una ambulancia. Me senté a su lado para aliviar su dolor con algunas palabras y, después de unos segundos, otro misil nos golpeó directamente. El misil se dirigía directamente hacia mí, pero pasó a través de mis pies y penetró en el suelo. A veces lo veo como un milagro”. 

A pesar de sufrir heridas graves, Muawiyya, de 42 años y padre de dos hijos, tuvo una gran suerte. Fue uno de los supervivientes. “No podía creer que estuviera vivo”, recuerda. Sin embargo, su camino hacia la recuperación sería duro y doloroso. “Me sometí a 38 cirugías. Los médicos me amputaron la pierna derecha y me quitaron metralla del resto del cuerpo. Ahora el hueso de mi pierna izquierda está destrozado y hay que amputarlo porque necesita una cirugía compleja que no se puede realizar en Gaza. Intenté varias veces obtener un permiso para recibir tratamiento en el extranjero, pero desafortunadamente no funcionó”, explica. 

La pierna de Muawiyya no fue lo único que perdió. Su casa y su barbería también quedaron muy dañadas y, con ellas, su fuente de ingresos y sustento. Desde entonces, su vida ha sido una lucha continua: tener que lidiar con su lesión, por un lado, y tratar de continuar con las reparaciones de su casa y su barbería, por el otro.   

Como en el caso de Muawiyya, cientos de viviendas e infraestructuras fueron destruidas o dañadas, los servicios básicos quedaron gravemente interrumpidos y decenas de miles de personas fueron desplazadas durante esos 11 días de violencia implacable que asolaron la franja de Gaza. 

“He trabajado como peluquero durante 25 años. La barbería lo era todo para mí: mi sueño, mi futuro y mi única fuente de ingresos. Odiaba no poder hacer nada, así que comencé a navegar en Internet, buscando formas de sobrellevar mi lesión como peluquero”, comenta decidido a volver a trabajar. “Descubrí que mi barbería necesita una reparación cob dispositivos especiales para poder trabajar con mi discapacidad. No deseo mucho. Solo quiero poder satisfacer las necesidades diarias de mi familia”. 

Según la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, durante los 11 días de hostilidades en Gaza, 261 palestinos y palestinas fueron asesinados, incluidos 67 niños y niñas. De esas muertes, 130 eran civiles. Unas 2.200 personas resultaron heridas, incluidos más de 600 niños y niñas.  

UNRWA continúa ayudando a las familias de refugiados y refugiadas de Palestina afectados por las hostilidades a través de ayudas de alquiler, entre otras. Además, la Agencia distribuyó asistencia en efectivo a unas 21.000 familias vulnerables para ayudar a cubrir sus necesidades más inmediatas. Recientemente, UNRWA ha comenzado la reconstrucción de casas dañadas o destruidas con un enfoque de autoayuda. Los pagos de reconstrucción se proporcionan a las familias, quienes a su vez supervisan el proceso de reconstrucción.  

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