“Seguimos esperando un alto el fuego”
04.04.2024Alaa es una niña, de la franja de Gaza, y su historia es muy similar a la de cientos de miles de niños y niñas gazatíes.
Ella y su familia, junto con la mayor parte de la población, han sido desplazados a Rafah. Allí han buscado seguridad de los bombardeos israelíes, pero ni allí nadie está a salvo. En estos momentos 1,5 millones de personas sobreviven en pésimas condiciones en Rafah.
Buscando privacidad en la masificada Rafah, la familia se ha refugiado en las ruinas de un edificio dañado. “El lugar es muy oscuro y la luz solo entra a través de estrechas aberturas entre los escombros. Lo que es aún más difícil es el olor que dejan los misiles”, explica Alaa.
Mientras su familia lucha por superar los desafíos diarios a los que se enfrenta, la menor intenta ayudar en todo lo que puede, desde encender un fuego hasta cocinar la poca comida que consiguen y buscar agua. En mitad de esta terrible situación, Alaa y sus hermanos, como otros niños y niñas de Gaza, se han visto obligados a asumir responsabilidades que no le corresponden a su edad.
En el sexto mes de violencia, la hambruna ya ha empezado a matar a la población. 1,1 millones de personas en la Franja sufren niveles catastróficos de inseguridad alimentaria. Uno de cada tres menores de dos años sufre desnutrición aguda en el norte de Gaza.
En marzo, una media de 159 camiones de ayuda ha entrado en la Franja al día. Ese número sigue estando muy por debajo de la capacidad operativa de los cruces de Karem Abu Salem (Kerem Shalom) y Rafah y del objetivo de 500 diarios. La población intenta conseguir alimentos, pero cada día las colas de horas se hacen más desesperantes y la incertidumbre ahonda en su trauma.
Como en el resto de niños y niñas, el dolor, el hambre y la ansiedad sufridos durante los últimos meses están pasando factura a la salud mental de Alaa y sus traumas tardarán años en sanar.
La salud mental infantil está devastada en Gaza. Se calcula que un millón de niños y niñas sufren traumas diarios y que el 70% de los menores sufren estrés postraumático.
En UNRWA continuamos brindando apoyo psicosocial a la población. Desde octubre, hemos atendido a 570.000 personas desplazadas, entre ellas más de 300.000 niños y niñas, para tratar de aportarles un poco de luz y esperanza en mitad de este infierno.
“Seguimos esperando un alto el fuego, incluso si eso significa vivir bajo una tienda de campaña entre los escombros”, asegura Alaa. La población solo desea vivir en paz. Es necesario un alto el fuego inmediato para salvar vidas.