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UNRWA España - Actualidad sobre los refugiados de Palestina - “No tengo otro lugar al que ir”

“No tengo otro lugar al que ir”

El terremoto que sacudió el norte de Siria el pasado 6 de febrero ha sido una tragedia para las personas refugiadas de Palestina en el país. Muchas familias han perdido a sus seres queridos o han resultado heridos. Otras siguen buscando a sus familiares entre los escombros y han perdido su hogar. Además, a esto se añada el miedo a nuevos derrumbes.  

La situación previa al terremoto ya era complicada para estas familias, ya que la mayoría necesitaba ayuda humanitaria para sobrevivir. Muchos factores se han unido y amenazan con hacer el día a día de la población refugiada mucho más complicado.  

Muchas personas refugiadas palestinas se habían visto obligadas a desplazarse por culpa del conflicto sirio que está activo desde hace más de una década, pero el terremoto ha provocado muchos nuevos desplazamientos y ha dejado a cientos de personas sin hogar y viviendo en refugios.  

Tras el temblor, los equipos de UNRWA realizaron una evaluación de las casas del campamento de refugiados en Latakia, en la costa siria, e identificaron numerosas viviendas con grietas potencialmente peligrosas, por lo que las familias tuvieron que abandonarlas inmediatamente.  

Una de las casas afectadas fue la de Insherah Khalaf, una madre soltera, divorciada y refugiada palestina. Tiene un hijo de doce años que sufre ataques de epilepsia. Tras el devastador terremoto, se ha visto obligada a abandonar su casa, ya que presenta grietas demasiado profundas como para seguir viviendo en ella. Ahora reside con su familia en una mezquita junto a otras noventa personas refugiadas de Palestina que también han perdido su hogar o ha dejado de ser seguro.  

Allí vive ahora también Ejira, hermana de Insherah. Antes vivía en la misma casa, ya que también sufre epilepsia y depende de ella, lo que aumenta la carga familiar y dificulta el sacar a su familia adelante.  

Sin otro lugar donde quedarse con su familia ni otra fuente de ingresos, Insherah se siente desamparada y desbordada. “Veré lo que puedo hacer”, dice. “No tengo otro lugar al que ir, ni otra vía de ingresos. Esto es todo lo que me queda. No sé cómo me las arreglaré para mover a mi hijo, ya no quedará nadie en el edificio para ayudarme a bajar las escaleras”, asegura al hablar de la posibilidad de volver a su casa.  

El hijo de Insherah solía asistir a la escuela de UNRWA en Latakia, pero tras el terremoto ha sido cerrada. Tanto él como su tía Ejira están siendo atendidos en el centro de salud de la Agencia en la zona. 

Insherah se pregunta cuánto tiempo podrá permanecer en el refugio de la mezquita. Su situación económica no le permite reconstruir su vivienda y no sabe qué hará cuando tenga que abandonar el refugio.  Muchas otras familias refugiadas en Siria están sufriendo la misma situación y necesitan ayuda urgente para sobrevivir.  

Los equipos de UNRWA están trabajando sin descanso para repartir alimentos, artículos de primera necesidad y dar asistencia sanitaria y apoyo psicológico a quienes lo necesitan. 

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