“Mientras tengamos las habilidades y la capacidad para aprender algo nuevo, siempre sobreviviremos” 

Para muchas familias refugiadas, la educación mantiene la esperanza en un futuro mejor. En Gaza, donde alrededor del 81% de la población vive bajo el umbral de la pobreza, la educación gratuita puede suponer un avance para las futuras generaciones.  

Inas Abu Seda es una ingeniera que vive en la Franja. Tiene tres hijas y un hijo que estudian o han estudiado en la escuela primaria de UNRWA de Khalifa Bin Zayed Al Nahyan, en Beit Lahia. Inas está muy contenta de verles aprender cada día y valora mucho esta oportunidad. “Cuando una escuela forma a los estudiantes sobre una base educativa sólida, les ayuda a comprender de lo que son capaces”, asegura.  

Inas estudió ingeniería y soñaba con hacer grandes avances en ese campo, pero se chocó con la realidad de un sector dominado por hombres y la grave crisis económica de Gaza.  “No podía trabajar con mi título de ingeniería”.  

En los momentos más duros y frustrantes por no poder acceder al mercado laboral, a Inas le ayudó tener un propósito vital: la educación de sus hijas e hijo. “Dediqué mi vida a poner a mis hijas en el camino correcto. Mi deseo es que estén formadas y sean ambiciosas, capaces y con una visión clara de futuro”, explica. Sobre su hijo, además, desea que respete los sueños de sus hermanas y las apoye.  

Las hijas mayores de Inas se han convertido en estudiantes destacadas gracias a la motivación y al apoyo que reciben en casa. Bara’a Masri es la mayor, tiene 16 años y está orgullosa de sus logros en la escuela primaria de UNRWA de Khalifa Bin Zayed Al Nahyan. “Todavía guardo todos mis premios de la escuela. También tengo los paquetes escolares que solíamos recibir al comienzo de cada año académico”, recuerda.

Por su parte, su hermana Nusaiba tiene un gran talento para las matemáticas y está haciendo un curso avanzado para participar en la Olimpiada Palestina de Matemáticas. “Descubrí mi pasión por las matemáticas en segundo grado. Mi maestro me animó y me proporcionó muchos recursos”, asegura Nusaiba. 

Los hijos menores de Inas, Sofyan, de once años, y Hala, de nueve, siguen los pasos de sus hermanas mayores y sienten motivación por los estudios. 

Inas ve en sus hijas e hijo el futuro prometedor que a ella le hubiera gustado tener. Contar con la ayuda del profesorado de la escuela de UNRWA fue esencial para descubrir sus intereses y talentos, y así, poderles apoyar en sus metas. 

A pesar de las dificultades por las que ha pasado, y las que sigue sufriendo en Gaza, ver a su familia con esperanza gracias a la educación le llena de orgullo y felicidad. “Mientras tengamos las habilidades y la capacidad para aprender algo nuevo, siempre sobreviviremos”.