La solidaridad de Mohammad hacia el país que limita sus sueños

Mohammad nació en Líbano como refugiado de Palestina. Su sueño es ser periodista para ayudar a levantar las voces de las personas oprimidas. Sin embargo, forma parte de las 513.795 personas refugiadas de Palestina que, al vivir en Líbano, no pueden disfrutar de todos sus derechos como ciudadanos, ni tienen la opción de acceder a todas las profesiones. Para Mohammad, el periodismo no es una opción.  

Sin embargo, no renuncia a servir a su sociedad. Mohammad es presidente del parlamento estudiantil de su escuela de UNRWA y representa al resto de estudiantes de UNRWA en Líbano en el parlamento estudiantil general de la Agencia. “El parlamento estudiantil me ha dotado de herramientas de negociación y me ha mostrado la importancia de contribuir a mi sociedad y practicar la buena ciudadanía”, comenta.  

Tras la explosión en Beirut el pasado agosto, que agravó la crisis económica y sanitaria que atraviesa el país, Mohammad decidió hacer todo lo posible por ayudar. “A pesar de nuestras dificultades, los refugiados y refugiadas de Palestina apoyamos al pueblo libanés durante esta crisis. Estamos trabajando para arreglar gran parte de la destrucción. Poco a poco, Beirut volverá a ser la ciudad que todos recordamos y amamos”, afirma.  

La mitad de las personas refugiadas de Palestina en Líbano vive en los 12 campamentos distribuidos por el país, afectados por la pobreza, el hacinamiento, el desempleo, las malas condiciones de vivienda y la falta de infraestructura. Aún así, el joven está convencido y quiere ser una de las herramientas que sirvan para mejorar su entorno y comunidad. Bien lo sabe la Asociación de Scouts Musulmanes de Líbano, de la que forma parte desde hace cinco años. 

Durante la explosión, se unió a los distintos grupos de scouts llegados de todos los rincones del país, con los que trabajó como voluntario en mezquitas, iglesias y escuelas, “repartimos provisiones y limpiamos las casas. Luego retiramos la infraestructura dañada, ayudamos con la regulación del tráfico y aseguramos las ventanas rotas con nailon”. 

Muchas personas le preguntan que por qué lo hace.  La respuesta es simple para él: “Mi sangre puede ser palestina, pero mi corazón es libanés. Líbano ha sido mi hogar durante 17 años. Es mi deber. Sé que el pueblo libanés haría lo mismo por mí”. 

El adolescente sabe bien lo que significa formar parte de la población refugiada de Palestina, sus luces y también sus sombras. “Ser un refugiado palestino en Líbano a menudo significa verse privado del acceso a algunas profesiones y del derecho a la propiedad. Vivo en estas condiciones injustas. Pero esto no me ha impedido ayudar a mis hermanos y hermanas libaneses”, sentencia y concluye: “Debemos ser siempre un frente unificado apoyándonos unos a otros en tiempos de dificultad y en tiempos de tranquilidad. Eso es lo que es el pueblo palestino”. 

La mayoría de las personas refugiadas de Palestina en Líbano dependen de UNRWA como único proveedor de educación, así como de salud, servicios sociales y ayuda de emergencia. Además, distribuimos ayuda en efectivo para alimentos y artículos de invierno a 32.300 refugiados y refugiadas de Palestina desplazados de Siria, servicios educativos a 36.775 niños y niñas, y casi 200.000 consultas médicas. Y seguiremos haciéndolo mientras dure esta crisis y hasta que la población refugiada de Palestina reciba una solución justa y definitiva a su situación.