La lucha por sobrevivir de Salwa

Salwa prepara el desayuno para sus hijos e hijas friendo restos de tomates y té para saciar su hambre en un recipiente indiferente a la suciedad.

Salwa Abu Nmr, de 40 años, refugiada de Palestina, lleva 14 años viviendo con su familia de 7 hijos y su marido en una sola habitación de hojalata, sin ventanas ni puertas.  Se trasladó a vivir a este barrio después de que la casa de su madre fuera demolida durante las incursiones militares de las fuerzas israelíes en Jan Yunis.

En el oeste de Khan Younis, en un lugar llamado Batn Al-Samin, rodeado por un cementerio en un lado, y un basurero, en el otro, Salwa vive en una zona de viviendas de aspecto ruinoso y próximas entre sí. Este campamento recibió el nombre de Nahr al-Bared para llamar la atención sobre el sufrimiento que compartían los refugiados y refugiadas de Palestina con los del campamento con el mismo nombre en Líbano.

El hijo mayor de Salwa es el encargado de trabajar para mantener el hogar buscando, cortando y vendiendo hierro y aluminio a cambio de ingresos que no superan los 3 dólares. Su marido y sus dos hijas sufren una enfermedad que requiere un tratamiento especial imposible de costear para la familia. “Los gastos que tenemos son mucho mayores que los ingresos. Si vierais los arañazos en las manos de mi hijo… Desearía ser yo quien sufre en su lugar. Pero es consecuencia de esta vida miserable que nos vemos obligados a soportar”, afirma Salwa con profunda tristeza.

Según OCHA, la pobreza y el desempleo, los principales impulsores de la inseguridad alimentaria en Palestina, están en su apogeo: en Gaza, casi 7 de cada 10 personas son pobres, la mitad de la fuerza laboral está desempleada y 7 de cada 10 hogares sufren inseguridad alimentaria. Ya antes de la ofensiva de mayo de 2021, más del 80% de los empleados asalariados del sector privado en Gaza ganaban menos del salario mínimo.

La pandemia en el campamento

Aunque muchos voluntarios y voluntarias esterilizaron el campamento y las casas que había en él y trabajaron para distribuir algunos materiales de limpieza, como jabón y cloro, la pandemia por coronavirus desestabilizó a Salwa quién expresó su temor por la inadecuación de su hogar para vivir.

“Tenemos dificultades para conseguir lo más básico: mascarillas y esterilizadores”, afirma Salwa. A lo que se le añade la dificultad para desplazarse y llegar a los centros médicos u hospitales.

Alrededor de 120 familias de refugiados y refugiadas viven en Nahr Al-Bared en casas de hojalata. La situación humanitaria en Gaza es límite y se ha deteriorado aun más en el último año debido al bloqueo israelí que dura ya 14 años, y a las restricciones para evitar la propagación de la pandemia.

La familia sobrevive con los paquetes de alimentos que recibe de UNRWA cada 3 meses. Estos paquetes contienen los productos esenciales para mantenerse, pero sueñan con algo más que eso. Salwa y sus vecinos en el campamento, aspiran a tener los derechos más básicos, vivir con dignidad y disponer de los medios de vida, como vivienda, trabajo, educación y salud.

Escucha la historia de Salwa y de otros refugiados y refugiadas de Palestina aquí.