La educación, el salvavidas de los jóvenes de Siria
12.10.2020Israa recuerda el año 2020 como un periodo inolvidable en su vida. Muchos momentos le han atemorizado, pero por primera vez, tras varios años del inicio de la guerra en Siria, le sucedió algo que le hizo estar feliz y orgullosa. “Después de tantos años de arduo trabajo, después de ver sufrir a Siria durante casi una década, después de preocuparme por cómo el conflicto iba a afectar a mi educación, este año ha cambiado mi vida. Pensé que estaba soñando cuando vi los resultados de mi examen. Logré la puntuación más alta posible, 310 sobre 310”. La joven de 15 años es estudiante de la escuela de UNRWA Shafa Amr en Barzeh, Damasco, y no fue hasta que empezó a recibir llamadas del director de su escuela, y de sus maestros, cuando reaccionó y se dio cuenta de lo que había logrado.
Israa al-Rifai nació en el campamento de refugiados de Yarmouk, Siria. Su padre, su madre y sus dos hermanos huyeron del campamento en 2012. Al igual que miles de personas, la familia fue desplazada repetidamente en los años siguientes por el conflicto sirio.
A pesar de los desafíos, entre los que se encuentra el azote mundial e inesperado de la pandemia de la COVID-19, Israa es una de las 4.289 alumnas y alumnos refugiados de Palestina que se presentaron al examen nacional de noveno grado en junio. Demostraron que la resiliencia y el trabajo duro pueden conducir al éxito, incluso en las circunstancias más difíciles.
“El período de cierre por el virus nos llenó de incertidumbres. Pensábamos que estábamos acostumbrados a situaciones difíciles, pero nunca habíamos experimentado algo así”, comenta Israa y reconoce sus sentimientos encontrados, su ansiedad y preocupación ante la posibilidad de que los exámenes pudieran posponerse o incluso cancelarse. “Pero me di cuenta de que, si continuaba estudiando mucho, todo iría bien. Mis profesores me tranquilizaron y siempre han estado ahí para mí cuando los necesitaba. Estoy muy agradecida”, sentencia la estudiante que recibió, como el resto de sus compañeros, las tareas y lecciones a través de WhatsApp.
Todas las escuelas de Siria suspendieron las clases presenciales en marzo y utilizaron métodos alternativos para que los servicios educativos no fueran interrumpidos.
“La pandemia de COVID-19 cambió todo para nosotros”, dice Baraa Duweh, profesor de matemáticas en la escuela de Israa. “De la noche a la mañana tuvimos que enseñar de forma remota. Después de muchos años de conflicto, afortunadamente ya teníamos un sistema implementado, pero esta vez fue diferente”. Los maestros y maestras utilizaron el material de autoaprendizaje existente en el plan de estudios, pero también los grupos de WhatsApp y las plataformas online para concienciar sobre el virus y para brindar el tan necesario apoyo psicosocial a sus estudiantes. “Queríamos hacer todo lo posible para ayudar a nuestros estudiantes y asegurarnos de que no perdieran su año escolar. Cuando mis alumnos tienen éxito y son felices, yo también soy feliz”, sentencia Baraa.
Para asegurarse de que el alumnado volviera a aclimatarse a la atmósfera del aula, desde UNRWA organizamos clases de apoyo para 3.649 estudiantes de noveno grado en Siria, dos semanas antes de sus exámenes.
“Durante estas clases, revisamos todos los temas y respondimos preguntas, incluidas algunas sobre COVID-19. Esto les tranquilizó y les ayudó a sentirse más seguros. La mayoría estaba asustada. Fue una muy buena experiencia. Sentimos que estaban listos y bien preparados para los exámenes”, resaltó Baraa.
En UNRWA impartimos clases a más de 50.000 niños y niñas refugiadas de Palestina en Siria. Aproximadamente el 90% de nuestros alumnos y alumnas aprobaron el examen nacional de noveno grado, en comparación con el promedio nacional del 68%.
“La educación es nuestro salvavidas. Lo he perdido todo en mi vida, tuve que huir varias veces por la guerra, pero nadie me puede quitar lo que he aprendido”. A Israa le gustaría ser médico y afirma que estudiará todo lo necesario para que se haga realidad. “Me lo debo a mí misma, pero también a mi familia, mis profesores y asistentes psicosociales. Siempre han estado ahí. Seguiré adelante, sin importar los obstáculos, dificultades y desafíos”, sentencia Israa, llena de esperanza y coraje.