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UNRWA España - Actualidad sobre los refugiados de Palestina - KHADIJA:“NO ME SIENTO MENOS QUE NADIE”

KHADIJA:“NO ME SIENTO MENOS QUE NADIE”

“Pasé mi infancia en la cama, enferma y deprimida. Era muy tímida y cuando la gente nos visitaba no quería conocerlos . No pude caminar hasta que comencé a estudiar primer grado. Mi madre solía llevarme hasta la escuela”. Gharam Ghazi tiene 33 años y sufre displasia de cadera congénita y enanismo. En 2011 fue desplazada a Dera’a, en el sur de Siria, por el conflicto. Esto la puso en contacto con Fatima Ali, una trabajadora social en el Centro Comunitario de UNRWA. “Mi vida ha cambiado completamente desde que la conocí”, dice Gharam.

“Antes era muy tímida y siempre iba con la cabeza agachada. Tenía vergüenza hasta de pasearme en público”, explica. “Pero cuando conocí a Fátima, aumentó mi confianza”. Gharam asistió a sesiones sobre la inclusión de personas con diversidades funcionales, así como a actividades de ocio organizadas por UNRWA. La Agencia también la ayudó a encontrar un trabajo estable. El año pasado, en 2017, Fátima le dijo a Gharam que el Ministerio de Educación estaba contratando a personas con diversidad funcional. Gharam era una gran candidata, pero había un problema: el trabajo requería que los solicitantes hubieran completado noveno grado. Gharam había abandonado la escuela después de octavo. Fátima intervino en su nombre para ajustar los requisitos y ayudó a Gharam con el proceso de solicitud. “¡Obtuve el puesto y ahora soy mensajera para el Ministerio!”, nos dice Gharam con una gran sonrisa. “Esto me ha dado independencia. Me siento más fuerte y más cómoda conmigo misma. Mis colegas charlan conmigo y siempre me río con ellos. ¡Soy una persona nueva!”.

“Cualquier persona puede cumplir sus sueños, independientemente de que sufra una enfermedad o lidie con una discapacidad”, dice Fatima Ali, de 57 años. Fatima es la trabajadora social que ayudó a Gharam a conseguir su trabajo. Para algunos, ese sueño es un empleo remunerado. Para otros, por ejemplo, dedicarse a la música es la meta.

Khadija Tabasha, refugiada palestina de 40 años, vive en el campamento de Dera’a. Nació ciega. Todavía recuerda la primera vez que asistió a una actividad de UNRWA. Fue en 1992. “Fuimos de viaje a Muzeirib, un pueblo en el sur de Siria”, dice, con una sonrisa en su rostro. Nunca ha dejado que su discapacidad se interponga en sus objetivos. Ha logrado obtener un título en literatura árabe grabando las lecciones con una grabadora y se ha inscrito a una segunda licenciatura para entender la ley de la Sharia. Khadija tuvo que suspender sus estudios durante un tiempo a causa del conflicto en Siria pero ahora se ha vuelto a matricular y espera terminar este año. Compagina sus estudios con un trabajo remunerado. También trabaja como oficinista.

Khadija siempre ha amado la música, pero fue el apoyo de Fatima Ali el que la llevó a un escenario por primera vez en 2015. “Me encantan las canciones iraquíes, son tristes, se adaptan a mi voz y mi ritmo”, dice Khadija. “Todas las personas tienen momentos de tristeza y felicidad en sus vidas”, dice ella. El 3 de diciembre actuará en la ceremonia de celebración del Día Internacional de las Personas con Discapacidad en el Centro Cultural de Dera’a, recitando un poema y cantando una canción sobre cómo superar una depresión. “Mi gran tesón me ayuda a continuar. No me siento menos que nadie. Me elevo por encima de mi discapacidad “, dice con orgullo.

Fátima no es la única trabajadora social de UNRWA que ayuda a las personas refugiadas de Palestina con discapacidad en Siria. Mo’tassem Saqer Saleh es un refugiado palestino de 19 años del campamento de Khan Dunoun. Nació con múltiples discapacidades, lo que no le impidió terminar su educación en una escuela de UNRWA. Más tarde, cuando ingresó a una escuela del gobierno para continuar sus estudios, sufrió bullying. “Tuve que abandonar en 12º grado”, dice. “Mi familia no tenía dinero para la enseñanza privada, y temía que mis sueños de estudiar se frustrasen”. Sin embargo, cuando un trabajador social de UNRWA le visitó, cambió su suerte. Ella convenció a un instituto de idiomas para que aceptasen a Mo’tassem en un curso preparatorio para el examen nacional de 12º grado de forma gratuita. “Fue increíble. Me esforcé mucho y obtuve una nota del 80 por ciento”, dice Mo’tassem radiante. Este resultado le permitió inscribirse en el Centro de Formación de UNRWA en Damasco para estudiar Tecnología de la Información. Comenzó el pasado mes de septiembre y está disfrutando de sus estudios. “Mi objetivo final es encontrar un trabajo”, dice Mo’tassem

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