Hasan, médico de UNRWA, se quedó en el norte de Gaza para ayudar a su comunidad  

En mitad del horror, del miedo y del dolor que la población de Gaza está atravesando, muchas personas se están jugando la vida por ayudar a los demás. Uno de ellos es el doctor Hasan, médico de UNRWA del centro de salud de Fakhoura, que decidió permanecer en el norte a pesar de la orden de desalojo del ejército israelí. 

Hasan se unió a un equipo de médicos de la Agencia, al mismo tiempo que abandonaba su casa con su familia. En sólo dos días, instaló tres puntos de atención médica para atender los refugios de la Agencia en el campamento de Jabalia. Puntos en los que se suministraban medicamentos a las personas que permanecieron en la zona.  

A la semana siguiente se produjo un éxodo masivo desde el norte hacia el sur. Y las operaciones principales de UNRWA se trasladaron a Rafah. Fue entonces cuando el doctor Hasan tomó la difícil decisión de permanecer en el norte, a pesar del peligro.  Allí ayudó a convertir el centro de salud de UNRWA de Jabalia en un refugio de emergencia. También continuó brindando atención médica a las personas refugiadas. Hasan atendía entre 200 y 250 casos al día, junto a otros profesionales médicos.  

“Trabajé en circunstancias difíciles, sin electricidad ni sistemas electrónicos. No tenía papel ni bolígrafo para escribir recetas y no había mercados para comprar nada”, explica Hasan. “Prescribí medicamentos a pacientes que padecían enfermedades no transmisibles y vi los envases de sus medicamentos vacíos”.  

Con enormes esfuerzos, consiguió inyecciones de insulina en clínicas gubernamentales cercanas.  

Pero en Gaza no hay lugar seguro. La casa del Hasan fue blanco de ataques aéreos el 11 de noviembre. Por un día, el doctor detuvo sus servicios para ayudar a sus familiares heridos y hacer la mudanza a otra casa.  

Durante la pausa humanitaria, llegó un nuevo suministro de medicamentos y alimentos al norte. El primero desde el 7 de octubre. Respondiendo a un llamamiento en el que le preguntaron por sus necesidades, el doctor dijo que sólo quería una cosa: “Rezad por nosotros”.  

El servicio y la dedicación del personal de UNRWA son muy valiosos. A pesar de los riesgos, están decididos a continuar. Son conscientes de que se juegan la vida. Muchos compañeros y compañeras de UNRWA llevan a sus hijos e hijas a sus puestos de trabajo, para que sepan que estarán a salvo o que morirán juntos.  

Hasta ahora, 142 trabajadores de la Agencia han sido asesinados. Cada día tenemos el corazón en un puño por ellos y sus familiares. Son héroes anónimos.