“Había unas 176 personas a bordo. Solo 20 sobrevivimos”
21.06.2023“Era camarero, pero debido a estas condiciones, se ha vuelto muy difícil encontrar trabajo en restaurantes o en mi campo de trabajo”, dice Mohammad Bashir, un joven refugiado de Palestina que vive en Líbano. Su desesperación por las condiciones de vida en el país era tal que tomó la desesperada decisión de subirse a un barco para tratar de huir.
El desempleo juvenil es uno de los problemas más graves a los que se enfrentan quienes viven en Líbano. La tasa de desempleo entre los jóvenes se sitúa en 25% para los libaneses. Las generaciones jóvenes refugiadas de Palestina en el país lo tienen aún más complicado.
La ley libanesa les impide el derecho a tener la ciudadanía. Sin ella, no pueden acceder a un contrato de trabajo. Además, se les impide acceder a 39 profesiones liberales, como pueden ser la medicina o la ingeniería. Tampoco pueden tener propiedades, por lo que trabajos como taxistas son inaccesibles. Cada vez más jóvenes se ven asfixiados y desesperados, sin saber qué hacer con su vida ni cómo mantener a sus familias.
Mohammad se montó en una embarcación con la esperanza de llegar a Europa, pero el viaje no salió bien. “Viajar en barco es más peligro que cualquier otro medio, como por carretera en coche o por aire en avión”.
Cada vez más personas intentan huir del país por mar, en embarcaciones precarias y jugándose la vida. Esta manera de intentar llegar a Europa es peligrosa y no tiene muchas garantías para quienes deciden coger un barco y echarse al mar. Las personas refugiadas deben pagar miles de euros para montarse en una embarcación, muchas veces insegura y con más personas a bordo de la capacidad permitida. Si tienen suerte, el ejército libanés puede detenerlas antes de partir, pero es común que el viaje acabe en naufragio.
La historia de Ibrahim Mansour es parecida a la de Mohammad. También es refugiado de Palestina y las malas condiciones de vida en Líbano lo empujaron a echarse al mar con la esperanza de llegar a Bélgica. Nunca lo consiguió y lo que vivió lo marcó para siempre.
Ibrahim explica que cuando iba a subir, el conductor del barco se sorprendió de la cantidad de personas que subían a la pequeña embarcación y se negó a montarse. “Cuando se negó a subir, le amenazaron con matar a sus hijos con sus armas”, cuenta muy afectado. En mitad del mar, el motor del barco falló y empezó a entrar agua. “Las olas del mar eran muy fuertes esa noche, la altura de las olas era de unos tres o cinco metros”.
La pequeña embarcación se hundió y las personas que iban a bordo cayeron al mar. “Según lo que hemos oído, había unas 176 personas a bordo. Solo 20 sobrevivimos”, asegura Ibrahim. “Estuvimos a punto de perder la cabeza por el horror de lo que veíamos”.
Mohammad e Ibrahim fueron afortunados, ya que consiguieron salvar su vida tras el naufragio. Otras muchas personas, mueren o desaparecen en el mar para siempre, como el hijo de Alia Al Hasan, refugiada palestina en Líbano que no ha vuelto a saber nada de su hijo desde que intentó llegar a Europa en barco. “Mi hijo decidió huir del país después de tener su propio hijo para labrarse un futuro mejor”, explica Alia.
“Recuerdo que cuando mi hijo Wissam quiso marcharse en aquel barco, le dije que mi corazón no podía soportarlo y que no podía soportar perderlo, ya que no tenía a nadie más que a él”. Alia vive con la angustia de no saber qué le pasó a su hijo. “A día de hoy, sigo creyendo que mi hijo está vivo y se lo digo a todo el mundo”.
A pesar de los peligros que supone intentar huir en barco, muchas son las personas refugiadas de Palestina que lo intentan varias veces. Prefieren morir en el mar, que seguir viviendo en Líbano. “Seguimos intentándolo, ya que es mejor que quedarse aquí. Aunque muramos en el mar, moriremos una vez, pero aquí morimos más de cien veces”, dice Mohammad.