“Después de la formación, me di cuenta de que yo puedo ganar dinero”  

Antes de que comenzara la guerra, el campamento de refugiados de Palestina de Yarmouk, en Damasco, era un lugar lleno de vida para casi el 30% de la población refugiada de Palestina en Siria. Sus calles estaban llenas de comercios y negocios, de transporte público y de personas de todas las edades.  

Con el estallido de la guerra en Siria, el campamento se volvió un lugar inseguro y sus calles fueron escenario de luchas, destrucción y asedio. Las familias refugiadas de Palestina tuvieron que huir, pero tras 12 años de conflicto muchas personas ya no pueden seguir alquilando fuera del campamento. Miles de familias se han visto obligadas a volver a pesar de la destrucción y la falta de infraestructuras en la zona. No han tenido otra opción.  

Se estima que unas 4.500 personas refugiadas de Palestina (1.300 familias) regresaron a Yarmouk en mayo de 2023. Para satisfacer las necesidades de quienes regresaron a un campamento en escombros, UNRWA reanudó algunos servicios para poder restaurar la vida normal en el campamento.  

Manal y Niveen son dos refugiadas de Palestina que huyeron de Yarmouk cuando se intensificaron las hostilidades. Regresaron después de años de múltiples desplazamientos y encontraron el campamento completamente devastado. Se dieron cuenta de lo complicado que sería adaptarse de nuevo y salir adelante, pero ahora ven algo de esperanza. Son dos de las 30 mujeres que han completado con éxito los cursos de formación profesional que UNRWA ha llevado a cabo en el campamento.  

Manal regresó a Yarmouk con su marido y sus dos hijos hace seis meses, porque ya no podían pagar el alquiler de un apartamento fuera del campamento. “Apenas podíamos cubrir nuestras necesidades básicas”, asegura. Cuando descubrió que podía formarse gracias a UNRWA no se lo pensó y participó de los cursos de capacitación. “Me dieron toda la información que necesito para iniciarme en la técnica del enlatado y conservación de alimentos. Después de la formación, me di cuenta de que yo puedo ganar dinero”, asegura contenta Manal.  

Por su parte, Niveen volvió al campamento el año pasado con su marido. “Aunque algunas calles estaban llenas de escombros, logramos rehabilitar nuestra casa”, explica. Al descubrir los cursos de capacitación, Niveen optó por inscribirse en el de peluquería. “Me encanta la peluquería. Es una pasión para mí. Aprendimos muchas cosas nuevas que nos hacen desbloquear nuestra creatividad y desarrollar nuestra confianza”.

Ahora, Manal y Niveen son más independientes y están orgullosas de sí mismas. Las habilidades adquiridas las están ayudando, como al resto de mujeres participantes, a generar ingresos y mantener a sus familias, en las duras condiciones socioeconómicas de Siria.