Correr de camino al colegio
21.10.2019“No me siento segura caminando sola hacia casa. Si puedo, voy corriendo”. Es el testimonio de Mariam, una joven que vive en Jerusalén Este y estudia en la escuela Jenin de UNRWA.
Vivir cerca del colegio puede ser una bendición. Te puedes levantar un poco más tarde de la cama o disfrutar de un desayuno más pausado. Sin embargo, si vives en Cisjordania da igual. Es probable que vivas a diez minutos de tu escuela y tardes una hora en llegar a ella.
Cisjordania es uno de los lugares del mundo donde se respira menos libertad de movimiento. Los puestos de control, los registros y los permisos forman parte del día a día de muchos jóvenes para llegar al colegio o de sus padres para llegar al trabajo.
No solo el tiempo es el protagonista, sino el camino. Normalmente, Marian va al colegio caminando con su hermana y su amiga Aya pero va corriendo cuando va sola. A pesar de que, muchos, ven la seguridad entre los puestos de control, para Marian está entre las paredes de su colegio o su casa.
Hay días que quedan marcados a fuego en la cabeza. Para Marian, la entrada de soldados israelíes en su casa sin previo aviso es uno de ellos. “Mi madre y yo estábamos solas en casa, cuando los soldados israelíes abrieron agresivamente nuestra puerta”, explica Marian.
“Estaban entrando a casas buscando a alguien, ni siquiera llamaron, y mi madre no tenía puesto el hiyab”, añade. Los soldados no encontraron nada en la casa de Mariam, y ahora ella sufre ansiedad cada vez que recuerda ese día.
Cualquier menor en Cisjordania, incluida Jerusalén Este, se ve expuesto a la violencia diaria que genera la ocupación. El estrés, pánico e incertidumbre que ésta provoca tiene un impacto psicosocial devastador sobre niños y niñas como Mariam.