“Cada día es un desafío. Me esfuerzo por encontrar nuevas fortalezas”

Fatima sufrió un grave accidente que le dejó secuelas para siempre, pero gracias a su fortaleza y a UNRWA ha salido adelante

Fatima Suleiman vive en el campamento de personas refugiadas de Palestina de Rashidieh, en Tiro, Líbano. Creció en una familia unida, rodeada de sus cuatro hermanos y su hermana y cuando estos formaron sus propias familias, ella se quedó en casa con sus padres y asumió muchas responsabilidades.

“Mi vida cambió drásticamente en 2008, cuando sufrí un devastador accidente de autobús. Fui atropellada por un conductor imprudente. Pasé casi dos meses hospitalizada, luchando por recuperarme”, cuenta.

Fátima se encontró con un gran desafío: una amputación por encima de la rodilla izquierda, que alteró drásticamente sus capacidades físicas y la obligó a superar numerosos obstáculos. “Nunca olvidaré el momento en el que me di cuenta de que mi vida había cambiado para siempre. Fue una ola de emociones, miedo tristeza e incertidumbre sobre el futuro”.

A pesar de este acontecimiento que cambió su vida, Fátima estaba decidida a no dejarse definir por su discapacidad. Con espíritu inquebrantable, afrontó su día a día. “Cada es un desafío, pero lo acepto. Me esfuerzo por encontrar nuevas fortalezas, aprender nuevas formas de ver la vida y seguir adelante”. 

La carga financiera de su prótesis se convirtió en una realidad abrumadora, agravada por la crisis económica que asoló Líbano en 2019 y fue en este momento cuando necesitó la asistencia de UNRWA.

Comenzó a formar parte del programa de discapacidad de la Agencia, que está desarrollado para ofrecerles una asistencia personalizada que se ajuste a sus necesidades. Esta ayuda fue vital, especialmente a partir de 2021 cuando necesitó una nueva prótesis porque la suya había empezado a desgastarse.

Durante su etapa como estudiante de UNRWA, Fátima destacó en sus notas y obtuvo la titulación en Ciencias Sociales en la Universidad Libanesa. A pesar de su impecable trayectoria, se encontró con muchos problemas y prejuicios a la hora de entrar en el mercado laboral por su discapacidad. Pero no se rindió y se recordó a sí misma que las circunstancias no definían su valor.

“Me negué a dejar que nada me detuviera. Cada caída era una lección más que me recordaba que podía levantarme de nuevo, sin importar lo difícil que fuera”.

Fátima ahora forma parte del programa de discapacidad de UNRWA e imparte sesiones de sensibilización para otras personas con discapacidad, especialmente para quienes usan prótesis. Su compromiso y su trayectoria son una gran inspiración.