El coste humano de 10 años de conflicto en Siria
17.03.2021Durante los últimos diez años, Siria ha sido devastada por un conflicto prolongado, que ha destruido innumerables vidas y ha desplazado a millones.
La población refugiada de Palestina, ya desplazada, se encuentra entre las más afectadas por la crisis. Cada desplazamiento desencadenado por el conflicto sigue a un desplazamiento anterior: la primera generación de refugiados y refugiadas de Palestina en Siria huyó originalmente del norte de Palestina en 1948. Otros vinieron de los Altos del Golán en 1967 y de Líbano en el punto álgido de la guerra civil en 1982.
Nihaya Khalaily, es una joven refugiada de Palestina que se casó al comienzo de la guerra en 2011. Una y otra vez, se vio obligada a huir con su pequeña familia con la esperanza de encontrar seguridad antes de finalmente asentarse en Líbano, como tantos otros refugiados y refugiadas sirias y palestinas de Siria en una situación similar.
“Me casé al comienzo del conflicto. Nunca pensé que lo que estaba a punto de presenciar permanecería conmigo para siempre”. Nihaya vivía en el campamento de refugiados de Palestina de Neirab en Alepo, pero decidió mudarse al vecindario de su marido en Tariq al-Bab. Tres meses después de contraer matrimonio, ella y su esposo se despertaron de madrugada y fueron testigos de cómo las entradas a su aldea estaban asediadas y rodeadas de artillería, lo que impedía que nadie entrara o saliera. Lo intentaron varias veces, pero no pudieron escapar. “Cuando nuestros vecinos intentaron huir, vi con mis propios ojos a un niño de cinco años que caía muerto al suelo tras recibir un disparo de un francotirador. El grupo no pudo escapar. Al niño le dispararon para dar ejemplo y disuadir a otras familias de escapar”, recuerda. El estrés y la ansiedad generada por el conflicto le provocaron un aborto espontáneo.
Años más tarde cuando Nihaya quedó embarazada de nuevo, la aldea seguía bajo asedio y recibir atención médica no era sencillo. La sala de maternidad estaba en una zona diferente de la ciudad pero cuando Nihaya se puso de parto consiguieron escapar de su aldea sitiada y tomar un taxi al hospital, evitando enfrentamientos mortales y una escalada de violencia en el camino. Afortunadamente, su bebé nació sano y salvo en el hospital pero el taxista no tuvo tanta suerte: “El taxista nunca regresó a casa, fue asesinado en el camino de regreso por un francotirador”.
La pequeña familia huyó a una granja, intentando buscar un hogar más seguro tras una repentina escalada de violencia. Pero meses después, su finca fue asediada y tuvieron que marcharse de nuevo en una peligrosa travesía de pueblo en pueblo, en busca de refugio y seguridad. Consiguieron refugio durante unos días pero nada era seguro. Con todas las opciones agotadas, regresaron a su vecindario de Tariq al-Bab.
Más de tres años después del inicio del conflicto, Tariq al-Bab, empezó a sufrir escasez de alimentos esenciales, como leche y pañales. Fue entonces cuando Nihaya recibió una llamada de sus familiares en el campamento de Neirab en Alepo, pidiéndole que regresara a casa con su familia. Desafortunadamente, los grupos extremistas que controlaban el campamento no la dejaron entrar por ser palestina. Se vio obligada a regresar a Tariq al-Bab con su familia.
Nihaya tuvo un encuentro aterrador en un puesto de control de extremistas. Recuerda cómo la detuvieron cuando llevaba a su hijo al hospital. Los hombres del puesto tiraron los pañales de su hijo y la leche para bebés, un bien escaso, así como sus pertenencias personales y la acusaron de esconder cosas, usando a su hijo como tapadera.
Con la situación en Siria cada vez más peligrosa para quedarse, decidieron escapar a Líbano, donde se reunieron con sus padres y hermanos en el campamento de refugiados de Beddawi.
Dobles refugiados en Líbano
Casi cinco años después de su huida del conflicto en Siria, Nihaya y su familia continúan viviendo en el campamento de Beddawi. Nihaya registró a su familia en UNRWA y, como toda la población refugiada de Palestina de Siria en Líbano, recibe de la Agencia una asignación mensual para ayudar a cubrir algunos gastos de subsistencia: “Alquilé una casa con la ayuda de la asistencia de UNRWA. La vida debe continuar, nos guste o no”, comenta.
Mientras tanto, sus hijos continúan su educación en las escuelas de la Agencia en Beddawi. Aunque siente nostalgia por su hogar y su vida de antes de la guerra, ha logrado reconstruir una red de apoyo social con sus vecinos. “Todavía me siento asustada cuando escucho cualquier ruido fuerte. No puedo olvidar lo que viví durante la guerra”, recuerda.
“Hace cinco años que estoy aquí. Es una vida estable, pero mi corazón sigue ahí [en Siria]. El deterioro de la situación económica, el alto costo de vida, y ahora con la COVID-19, hacen que la vida en Líbano sea muy difícil. Cubrir nuestros gastos se ha vuelto muy difícil. Espero que la guerra termine, podamos regresar a Siria y recuperar mis recuerdos”.
UNRWA se ha convertido en un verdadero salvavidas para casi 420.000 de los refugiados y refugiadas de Palestina más vulnerables en Siria, así como para los refugiados palestinos que han huido de Siria a Líbano y Jordania.